La Delegación del Gobierno de Melilla prohibió este miércoles una manifestación de Vox porque supuestamente coincidía con otra de la Plataforma Stop Deshaucios. El secretario de Organización del partido de Abascal, Javier Ortega Smith, ha reaccionado denunciando a Sabrina Moh por prevaricación y anunciando que se quedará en nuestra ciudad hasta que le permitan celebrar su concentración.
Entiendo que la Delegación del Gobierno de Ceuta prohibiera la manifestación de Vox convocada la semana pasada en esa ciudad. Los ánimos estaban caldeados por la marcha marroquí y no es descabellado pensar que representaba un serio peligro para la convivencia por la oposición manifiesta de grupos musulmanes ceutíes que, como todos sabemos aunque nos cueste trabajo reconocer, son mayoría allí y aquí.
Sin embargo, esa no es la situación de Melilla. Nos puede gustar más o menos el discurso de Vox, pero hasta donde sabemos, su reivindicación de la soberanía española de esta ciudad no representa un peligro para la convivencia entre culturas. La amenaza se limita a un encontronazo entre ideologías, algo que es admitido en democracia.
Es evidente que Sabrina Moh maneja información que los ciudadanos no tenemos. Por tanto, tiene que salir a informar el motivo real por el que deniega la solicitud de manifestación a Vox. Lo último que queremos escuchar es que se prohíbe esta concentración de la ultraderecha por temor a la reacción de Marruecos.
Entiendo que desde el Gobierno quieran rebajar tensiones con el país vecino, pero eso no puede ser excusa para pisotear el legítimo derecho de quienes no piensan como yo. Mientras Vox sea un partido legal en España, tiene todo el derecho del mundo a convocar a sus partidarios. La calle no es ni puede ser sólo de los socialistas.
No creo en las coincidencias. Por eso me ha llamado tanto la atención que en medio de la prohibición de la manifestación de Vox, OKDiario publique un informe del Ministerio de Defensa, en tiempos de Zapatero, que advertía del peligro de un conflicto bélico con Marruecos a cuentas de la soberanía española en Melilla y Ceuta.
No podemos ocultar que nos sorprende una noticia que a todas luces parece trasnochada porque la intención de Marruecos no es bombardearnos sino matarnos de hambre; asfixiarnos económicamente y acabar con nuestra democracia.
¿La suspensión de la manifestación de Vox es una concesión a Rabat como la que se hizo cuando se le prohibió al Rey de España visitar Melilla y Ceuta o desplazarse a las ciudades autónomas en pleno conflicto? No es a base de concesiones como se gana una guerra.
Marruecos es muy susceptible. Nos mata a Emin y Pisly y nos lo tenemos que tragar. Nos cierra la Aduana y tenemos que callarnos. Nos cierra la frontera y tenemos que cerrar la boca. Descuida la vigilancia de la valla y tenemos que creer que es un desliz puntual. Nos invade Ceuta y entonces le decimos que con España no se juega.
Llevan tiempo jugando con España. La historia reciente de esta ciudad nos demuestra que no es a base de concesiones como se consigue el respeto de Rabat.
Ortega Smith ha dicho que lo van a seguir intentando. Sabrina Moh está a tiempo de dar explicaciones. Tiene que contarnos en qué basa su cautela: ¿en una orden de Madrid o en su clarividencia política?
Los de Abascal saben que éste es su momento de crecer en número de votos en Melilla y serían muy torpes si desaprovecharan la oportunidad. El PP local está en mínimos históricos y roto por dentro; los socialistas ni pinchan ni cortan; aquí la izquierda no llena la Plaza de Toros y la piedra en el zapato es CpM, un partido que no puede ser subestimado con la etiqueta de musulmán porque los cepemistas han conseguido aglutinar el voto bereber, pero también la oposición a socialistas y populares.
Desde Vox han hecho pública su intención de convertir ese partido en la primera fuerza política de esta ciudad y sinceramente lo veo difícil. Para hacerlo necesitan un liderazgo sólido, que atraiga votantes. Eso no existe en estos momentos.
Lo tuvieron en sus manos con Jesús Delgado Aboy, hoy en el grupo mixto de la Asamblea, porque él entendió que hay tesis que se defienden en Madrid, que en Melilla no tienen recorrido. Esta es una ciudad muy particular, en la que cada uno tiene su parcela y cada uno respeta las parcelas que no son suyas. Eso explica por qué no se ha desatado un mestizaje como el que expandió la sangre española en Cuba o Puerto Rico. Aquí pasa como le pasó a los franceses con Haití: no se mezclaron.
No podemos negar que Vox tiene posibilidad de aglutinar, además del voto nacionalista español, a todo el electorado descontento con la inseguridad ciudadana; el descenso de las inversiones en la ciudad y la claudicación ante Marruecos.
Esas banderas no las pueden enarbolar los populares porque ya sabemos por dónde respiran. Han estado gobernando en Melilla y aquí se nos colaban los militares marroquíes en el puerto persiguiendo narcos como si esto fuera el patio de su casa.
La amenaza de Vox no es para los socialistas, que en estos momentos están en horas muy, pero muy bajas. La amenaza es para los de Imbroda. Y si la amenaza es también a nuestra seguridad, queremos saberlo. Si no, entendemos que esto es otra concesión a Marruecos.
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