Los melillenses hemos sido testigos este miércoles de un golpe contra el yihadismo asestado por la Policía Nacional de Melilla, en colaboración con Madrid, en el barrio de La Cañada.
La operación se ha saldado con dos detenidos, de los que no sabemos nada, salvo que tendrán que declarar en la Audiencia Nacional, que es la que lleva los casos de terrorismo.
Desde el Ministerio del Interior han asegurado a El Faro que no adelantarán información sobre la operación policial hasta que ambos arrestados pasen a disposición judicial. Así que habrá que esperarse para saber qué ha llevado a la Policía Nacional a desplegar este importante operativo en Melilla.
Creemos que ya va siendo hora de que La Cañada se integre en la ciudad como un barrio más. Mantener esa zona como 'tierra de nadie' o territorio perfectamente desconocido para muchos melillenses no debería seguir siendo lo normal.
Hay que integrar a sus vecinos en la ciudad y qué mejor que reforzar la seguridad en la zona. También podríamos empezar por estudiar la regularización de viviendas de familias que llevan décadas viviendo en ese barrio levantado sobre suelo municipal.
Mantenerlos marginados convierte a sus jóvenes en presa fácil de discursos radicales. No es una elucubración. Hemos tenido la oportunidad de comprobarlo desde 2014. Ésta no es la primera operación contra el yihadismo que se organiza en La Cañada y eso hay que frenarlo.
Más de una cuarta parte de los detenidos o fallecidos vinculados al yihadismo entre 2004 y 2018, nacidos en España, procedían de Melilla y un 46% de Ceuta. Los estudios revelan que en la ciudad ha habido vínculos claros con operaciones contra el terrorismo llevadas a cabo en Madrid y Barcelona. Hay que cortar de cuajo toda conexión, por nimia que pueda parecer, con el radicalismo.
Para nosotros, la convivencia es sagrada. Quienes coquetean con posturas esquinadas tienen que tener claro que atentan contra nuestra paz social y eso tiene que salirles caro.
No se puede distribuir publicidad sobre la yihad; ni crear grupos extremistas ni aspirar a viajar a territorios en conflicto o en el más grave de los casos, a planificar algún acto terrorista en España, y creer que les vamos a dejar hacer y deshacer a su antojo.
Operaciones como la de este miércoles nos demuestran que hay personas que vigilan de cerca los movimientos radicales en Melilla. Eso no sólo nos tranquiliza. También nos lleva a pensar que no estamos tan solos como parece ni tan abandonados como creemos.
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