La Delegación del Gobierno dice que no puede hacer nada para frenar la brutal escalada del precio de los billetes de barco, que pueden salir en estos momentos, ida y vuelta a la península, por más de 500 euros.
¿Os imagináis la que se montaría en Madrid si a los madrileños les costara un billete de los grandes viajar desde Atocha a Toledo? No, no podemos imaginarlo porque es francamente una auténtica barbaridad que el Estado se desentienda de las conexiones de interés público, en nuestro caso, marítimas, especialmente de un territorio extrapeninsular como Melilla.
A mí no me sirve que la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, eche balones fuera agarrándose a que ahora mismo no se puede viajar con alegría a Melilla. Me parece una falta de respeto con los hoteleros de esta ciudad para los que, por cierto, no hay ayudas específicas anunciadas hasta el momento, más allá de espantar a los turistas diciéndoles que si vienen a España los vamos a encerrar en cuarentena por si traen el coronavirus en la maleta.
Si la Delegación del Gobierno no está para controlar los precios desorbitados de los billetes de barco, significa, señores, señoras, diversos y diversas, que el presidente Pedro Sánchez y su socio Pablo Iglesias nos han dejado tirados como una colilla en el norte de África. En fin, no me canso de decirlo: los comunistas, todo lo que tocan lo convierten en mierda. Pero, ojo, las colillas incluso medio apagadas encienden el polvorín. Igual lo que hace falta es que nos lancemos todos a la calle a reclamar lo que como españoles nos debe garantizar el Estado.
El pasado domingo el presidente Eduardo de Castro pidió a Pedro Sánchez, en la videoconferencia semanal que mantiene el socialista con los jefes de los ejecutivos autonómicos, una solución al problema del transporte marítimo de Melilla. La respuesta me ha dejado helada: dice que “están ello”.
A Sánchez se le olvidó especificar cuánto tiempo llevan en ello y cuánto tiempo tendremos que esperar para que se nos trate, como mínimo, con el mismo desinterés con que lo hizo el Gobierno de Rajoy al asignar un contrato marítimo a cero euros a Trasmediterránea. Si hoy estamos chupando candados y barrotes es gracias a esa jugada maestra de Fomento en tiempos del PP.
Pero como siempre se puede estar infinitamente peor, resulta que hoy estamos deseando estar como estábamos hace un año cuando el lobby del profesorado que hoy controla el PSOE en Melilla estaba en la oposición y nos vendía milongas dándose golpes de pecho en nombre de una mejor conectividad para esta ciudad.
Ese mismo lobby es el que hoy calla y se borra del escenario. ¿Dónde estás los vizcaíno y los gloriarojas ahora que hace falta que se batan el cobre por el transporte marítimo? Están enrocados, haciendo como que trabajan por Melilla, mirando desde su atalaya cómo se hunde la ciudad.
Ha tenido que ser la delegada del Gobierno la que pase por la humillación de tener que decir a los melillenses que ella ni pincha ni corta en la ‘Operación Ábalos’. Porque que no se nos olvide a ninguno que el ministro de Transportes se fue a Baraja y ‘solucionó’ en un santiamén la crisis diplomática que tenía montada en el aeropuerto Delcy Rodríguez, la número dos del dictador Nicolás Maduro, vetada en territorio europeo. O sea, que cuando quiere, puede. O por lo menos lo intenta. Pues que haga lo mismo con el contrato marítimo de Melilla y se marque una jugada a la venezolana.
A todas estas y para salir del apuro en el que estamos al presidente Eduardo De Castro se le ha ocurrido una idea que no sé si funcionará. Él propone un contrato temporal. Bueno, qué queréis que os diga, no soluciona el problema sino que lo aplaza, pero estamos en un punto en el que algo es mejor que nada. Aquí de lo que se trata es de no quedarnos de brazos cruzados.
Es evidente que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no pueden dejarnos castigados sin salir de Melilla, a merced de la oferta y la demanda. Esto es inviable, de la misma forma que es insostenible que un barco haga el trayecto hasta nuestra ciudad medio vacío. No es rentable y el Estado tiene que echar una mano a las navieras. Pero antes deberá echarnos una mano a nosotros, los humildes electores, que vamos a desmentir el CIS de Tezanos si las cosas siguen con este rumbo.
¿Qué pasa si las conexiones con la península reabren con estos precios? Sería una vergüenza que tuviéramos que irnos por Marruecos porque mucho me temo que las navieras no podrán allí subir a ningún pasajero a bordo si piden 800 euros por barba. No dudo que el país vecino negocie mejores condiciones que las que hoy tenemos los melillenses. Y no me tranquiliza saber que Baleares y Canarias están pasando por lo mismo que nosotros. Con todos mis respetos, el nivel de renta no es comparable al nuestro. Somos pobres de atar, que nadie lo olvide.
Tengo la sensación de que no estamos en buenas manos. En Madrid improvisan y aquí estamos viéndolas venir. Que Delegación del Gobierno diga que no puede hacer nada por los precios abusivos del transporte marítimo es imperdonable. Quien no sepa qué hacer con su cargo, que lo ponga a disposición de la ciudadanía. Si se le queda grande, renuncie, pero esa respuesta no es de recibo.
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