La bandera española ondea en Melilla desde 1497, pero la historia estuvo a punto de cambiar hace justo dos siglos y medio con el inicio de su asedio más largo e importante. Durante cien días, los melillenses defendieron con uñas y dientes la ciudad, que protegieron del ejército vecino gracias a sus murallas y el apoyo decidido del rey Carlos III.
Fue el 9 de diciembre de 1774 cuando el sultán Sidi Mohamed Ben Abdallah se plantó a las puertas de Melilla y puso sitio a la ciudad. Pero se encontró con una negativa a la rendición que pedía. Comenzó entonces un asalto en el que no escatimó esfuerzos, no solo por el potente ejército que empleó, sino también por las técnicas de guerra subterránea que llevó a cabo.
“La resistencia de Melilla se convirtió en un símbolo de fortaleza y determinación. El sitio fue un capítulo heroico en la historia española, recordándonos el valor de quienes defendieron la ciudad frente a la adversidad”, ha recalcado el Observatorio de Ceuta y Melilla en vísperas de que se cumplan 250 años de esta efeméride.
Pero el cronista oficial de Melilla, Antonio Bravo, va un poco más allá al destacar, en declaraciones a EFE, dos claves de este episodio histórico. La primera, que “las fortificaciones cumplieron su papel”, logrando lo que se pretendía con su construcción, que es “ser capaces de multiplicar la capacidad ofensiva del que está defendiéndose”.
Muchas de ellas, explica este historiador, se levantaban para que el posible atacante desistiera antes incluso de intentarlo. “Se hacían no para hacer la guerra, tal vez para evitarla”, como el caso de Malta. No ocurrió así en Melilla, que sí sufrió el ataque importante de un ejército de más de 30.000 soldados, diez veces superior a la guarnición española.
Las murallas melillenses, que entonces tenían casi tres siglos de historia, pero estaban bien mantenidas y se habían reformado con nuevos elementos, consiguieron defender la ciudad pese a la disparidad entre ambos ejércitos y proteger a la población, que durante los tres meses largos que duró el asedio se refugió en las Cuevas del Conventico junto a la patrona, la Virgen de la Victoria.
En su intento de conquistar la fortificación, las tropas enemigas ensayaron técnicas de guerra de minas, muy modernas en aquella época, para intentar volar sus muros. Para ello, excavó numerosas galerías subterráneas que siguen existiendo y que se han podido recuperar recientemente para un uso cultural.
El mismo que tiene el recinto amurallado, conocido como Melilla la Vieja o el Pueblo, que es indiscutible joya de la corona del patrimonio histórico artístico de la ciudad. También un barrio más, pues allí sigue viviendo gente.
El empeño del rey Carlos III
Además de la arquitectura militar, que logró satisfacer las necesidades que tenía Melilla, el cronista oficial apunta una segunda clave importante para que el asedio fuera frustrado, y es el papel que tuvo el rey de la época, Carlos III, “que se empeña en que Melilla tiene que ser española”.
Fue el monarca quien, al tener conocimiento de que se iba a producir un inminente asedio, envió a la ciudad al mariscal de campo Juan Sherlock, un prestigioso general irlandés al servicio de España, para que se pusiera al mando de la plaza en calidad de comandante general y preparara la defensa.
También destinó a Melilla refuerzos de soldados, armas y víveres, además de numerosos desterrados para las obras de fortificación, que no llegaron hasta varias semanas después de que la ciudad fuera sitiada debido al mal tiempo.
Pero el historiador Antonio Bravo destaca, sobre todo, la presencia de la Armada española, que controlaba el mar Mediterráneo “de una forma absoluta” y destinó a Melilla algunos de los barcos de guerra más importantes de España en la época de Carlos III. Uno de ellos, el navío San Genaro, que se mantuvo delante de la ciudad mientras duró el asedio.
“La flota no estaba a tiro de cañón, pero verla ahí, en medio del mar, suponía ese contacto visual con la península, con el rey”, agrega el cronista oficial, convencido de que “Melilla se mantiene por el empeño de Carlos III”.
19 de marzo, Levantamiento del Sitio
Tras soportar estoicamente el lanzamiento de más de 9.000 bombas y 5.000 cañonazos, según los datos del Ministerio de Defensa, Melilla salió victoriosa del conocido como ‘Asedio de los cien días’, que llegó a su fin el 19 de marzo de 1775, el día del levantamiento del sitio.
En Melilla se sigue conmemorando cada año con una ofrenda floral y una misa de acción de gracias, pero la celebración será especial en 2025 al cumplirse 250 años de aquel momento histórico que permitió que la ciudad siga siendo española hoy día.
La Fundación Melilla Monumental, según ha avanzado a EFE su presidente, Francisco Díaz, ya está organizando actividades para la semana previa al aniversario del Levantamiento del Sitio. Además de conferencias e iniciativas para los más pequeños, en la programación destaca la Carroza del Teatro Real, un escenario itinerante con el que los melillenses disfrutarán de forma gratuita de ópera y zarzuela.
También el Observatorio de Ceuta y Melilla ha empezado a celebrarlo con un vídeo animado sobre el asedio, al que se unirán un seminario web y algunos podcast de Foco Sur. Todo ello, según el presidente de la entidad, Carlos Echeverría, para dar “la importancia que merece” a este “acontecimiento emblemático” que coincidirá, además, con el trigésimo aniversario de los estatutos de Autonomía de Ceuta y Melilla en 2025.
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