El Plan Estratégico de la Ciudad ha sido una reacción natural a la situación económica de Melilla, agravada por la pandemia y los dos años de cierre de la frontera con Marruecos y el fin del comercio atípico. Por eso su objetivo principal es cambiar el modelo productivo y mejorar el turismo, la inversión, la creación de nuevas empresas y la calidad de vida en Melilla.
La idea es empezar por reforzar la formación, apostando por las nuevas tecnologías y la digitalización, estableciendo un entorno favorable al posicionamiento, el emprendimiento y la innovación. De ahí que el núcleo de este Plan Estratégico sea reducir la vulnerabilidad de Melilla y su dependencia del exterior.
Este afán se materializa especialmente en la búsqueda de una mayor emancipación en su sostenimiento vital y un empeño en conseguir generar medios de vida en el sistema productivo mediante un desarrollo potente de su estructura productiva y su capacidad de vender servicios y bienes al exterior.
Se trata de acometer actuaciones centrados en varios ejes. Uno de ellos es el medio ambiente en torno al cual se han fijado objetivos claros y viables para conseguir mejorar las condiciones de calidad ambiental del medio urbano enriqueciendo y reforzando la presencia de espacios verdes en Melilla que aporten mayor calidad de vida a sus habitantes y contribuyan a crear una ciudad más saludable, sostenible y vivible.
El documento aprobado en octubre de 2021 para el período comprendido hasta el año 2029 busca también reforzar la presencia de arbolado urbano en vías e itinerarios y mejorar el actual modelo de gestión, priorizando la función ecológica, beneficios para la salud y la contribución a la adaptación y mitigación del cambio climático de estos espacios.
Además, se pone como meta reconducir el intenso uso del vehículo privado hacia una movilidad sostenible, cívica, respetuosa y segura, fomentando el transporte público; la bici y por supuesto, la apuesta por los peatones.
El Plan Estratégico de la Ciudad también se plantea como meta revitalizar los ecosistemas naturales, tanto terrestres como marinos, favoreciendo la recuperación de formaciones autóctonas y hábitats de interés comunitario, optimizando los procesos y servicios ecosistémicos asociados, e incluso incrementando la protección en aquellas zonas valiosas exentas que no son protegidas.
Para conseguirlo recomienda fomentar un uso responsable de los espacios naturales protegidos, playas y otras zonas mediante la concienciación, regulación de usos y la aplicación de sanciones.
Asimismo plantea la necesidad de planificar una respuesta ante emergencias ambientales, considerando los futuros escenarios de cambio climático, con especial atención a la población de riesgo o zonas desfavorecidas.
Especial atención merece todo lo referente al tema del agua, uno de los talones de Aquiles de esta ciudad. Por eso se plantea optimizar el estado ecológico de los ecosistemas fluviales, articulando el río de Oro como arteria vital de Melilla, propiciando de esta forma una mayor calidad de los recursos hídricos superficiales y subterráneos.
También es importante y así lo recoge el Plan Estratégico adaptarnos a los escenarios de cambio climático, con especial atención a efectos derivados de la subida del nivel del mar, inundaciones, islas de calor y pérdida de ecosistemas.
En este sentido, recomienda trabajar en la preservación de los suelos de elevado valor agrológico favoreciendo su aprovechamiento agrícola en la producción de alimentos de proximidad con criterios de sostenibilidad, fomentando la participación social.
Eso nos ayudaría a Incrementar los niveles de biodiversidad terrestre y marina favoreciendo la permeabilidad entre el casco urbano y el espacio periurbano, así como la conectividad ecológica con el entorno de la Ciudad de Melilla.
También plantea favorecer fórmulas orientadas a una autosuficiencia en el abastecimiento hídrico y energético en base a los recursos territoriales propios y establecer un sistema de ciclo integral del agua basado en la gestión de la escasez, la reutilización, la revisión tarifaria, el autoconsumo y la eficiencia energética.
Todo eso, sin descuidar las medidas de ahorro. Por eso recomienda reducir al máximo las pérdidas de la red y los consumos excesivos o no registrados. Por último, dotar a la ciudad de capacidad de almacenamiento de agua de lluvia y drenaje sostenible.
Para garantizar el abastecimiento de agua en una ciudad-isla como Melilla, con escasos recursos hídricos, el Plan Estratégico de la Ciudad se plantea reforzar la capacidad de desalación de agua de manera redundante, sin desatender la necesidad de aprovechar todas las oportunidades existentes de reutilización, a diferentes escalas del sistema, desde el nivel de edificio hasta el nivel de cuenca.
Insiste una vez más en la urgencia por ajustar consumos al máximo nivel de eficiencia y sustituir la energía primaria fósil actual por energías renovables, con una transición favorecida a través de GNL.
Al respecto, señala las ventajas de aprovechar todas las cubiertas de edificios que lo permitan para instalaciones fotovoltaicas, así como parques de mayor dimensión en superficies planas, en suelo o lámina de agua así como introducir instalaciones de aprovechamiento eólico de diferente dimensión en todos los emplazamientos donde sea posible.
Y no se cierra solo a aprovechar solo la energía fotovoltaica. También propone estudiar, e implantar en su caso, otras fuentes renovables como las de origen geotérmico de baja entalpía (energía que se obtiene al extraer el calor natural del interior de la tierra.)
La idea es reconvertir el sistema energético de Melilla, sometiéndolo a una profunda descarbonización siguiendo una transición energética de modelo insular y de acuerdo a la declaración de emergencia climática.
Pero no por ello podemos olvidar la necesidad de generar capacidad de almacenamiento eléctrico, para garantizar la seguridad del sistema y la integración de renovables, y así lo recoge el Plan Estratégico de la Ciudad, que insiste por activa y por pasiva en la urgencia en promover un modelo de movilidad interna más sostenible, basado en el transporte público colectivo, modos no motorizados (peatonal y bicicleta) y movilidad eléctrica.
Hay estudios que incluyen a Melilla entre las autonomías donde peor se soportan las temperaturas extremas, especialmente en invierno. Y este es uno de los puntos que tiene en cuenta el Plan Estratégico de la Ciudad, que propone una extensa rehabilitación energética de los edificios.
Además, hace especial hincapié en la necesidad de mejorar el sistema de recogida y clasificación de residuos para maximizar el reciclado, la reutilización y la valorización energética.
Para ello es vital transformar los sistemas de eliminación de residuos no reutilizables hacia otros que no sean contaminantes, de manera que no implique el traslado de deshechos a la península.
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