Hemos leído con infinita tristeza la carta de una familia de Melilla que ha sufrido una pérdida irreparable porque pese a que nuestros médicos del Hospital Comarcal lo dieron todo, no pudieron salvar una vida que no estaba en sus manos.
Esa familia está hoy de luto porque en Melilla no hay cirujano vascular y fue imposible hacer una evacuación urgente al hospital Carlos Haya, de Málaga, para que la paciente fuera intervenida inmediatamente. Allí no tenían camas libres y en el protocolo no está contemplado el traslado de un melillense a otro centro hospitalario de la península en una circunstancia como ésta.
Cuando leemos sobre lo ocurrido, no nos cabe otra que preguntarnos cómo es posible que estas cosas pasen a estas alturas en Melilla, dependiendo, como dependemos del Ministerio de Sanidad. Todo deberían ser ventajas y sin embargo, estar supeditados a Madrid, sin las competencias sanitarias transferidas, es una losa cada vez más difícil de sostener y de asimilar.
Nuestros médicos y personal sanitario hacen lo que pueden con lo que tienen, pero los melillenses en estos momentos no tenemos las mismas oportunidades que el resto de españoles. Y eso es inadmisible. Estamos básicamente a la altura de la España vaciada. No es de recibo. No podemos seguir formando parte de la España olvidada.
Es muy duro asumir el duelo con el convencimiento de que se pudo hacer más por salvar una vida. Es terrible tener que admitir que ésta es una de las consecuencias de vivir en Melilla. En una situación como ésta, se hace evidente que estamos en África, alejados de la península y, además, un poco abandonados a nuestra suerte.
Nuestros políticos tienen que hacer más por dotar al Hospital Comarcal de más especialistas y, además, de negociar con urgencia el traslado de un paciente grave a un hospital alternativo si el Carlos Haya no tiene camas.
No podemos quedarnos cruzados de brazos ante esta desgracia porque hoy le ha pasado a una familia, pero mañana le puede pasar a la mía, a la tuya... Nos puede pasar a todos.
Por eso es importante que desde la Delegación del Gobierno se exija en Madrid más inversión en la sanidad pública de Melilla. No podemos felicitarnos por bajar el paro cuando luego tenemos que tragar con escenas tercermundistas como ésta. Esto no es ni puede ser la Amazonía.
Es difícil ponerse en la piel de quien pierde a un ser querido por falta de la atención sanitaria que necesitaba con urgencia. No nos podemos hacer una idea clara de cómo se asume esto. Por eso está en nuestras manos, como ciudadanos, reclamar más inversiones en los servicios públicos que recibimos en nuestra ciudad.
Por eso pedimos empatía a nuestros políticos. Necesitamos que se metan en los zapatos de esta familia y que intenten, con su gestión, hacer hasta lo imposible por solucionar este problema.
Melilla necesita más especialistas, pero eso sólo se conseguirá creando plazas fijas bien remuneradas y, por supuesto, garantizando una mejor conexión con la península y alquileres y precios de la vivienda más baratos.
La estabilidad laboral es fundamental para que un buen especialista decida venir a Melilla y renunciar a la posibilidad de quedarse en otros centros hospitalarios donde puede seguir investigando y formándose.
Pero mientras no podamos ofrecer plazas fijas y en su defecto, pretendamos atraer médicos a golpe de temporalidad, alquileres por las nubes, viviendas malas y caras en venta, colegios congestionados con ratios elevadísimas... difícilmente podremos competir con otros puntos de España donde los médicos encuentran mejores condiciones para echar raíces.
Sin quererlo, nos damos de bruces con los efectos de los grandes problemas de Melilla, que llevan décadas sin resolverse: la falta de calidad y la baja oferta en temas de vivienda, sanidad, educación y transporte.
El Gobierno central es consciente del impacto que tiene en la convivencia la falta de la calidad de los servicios públicos en Melilla. Lo tienen estudiado, publicado y asumido, pero los melillenses seguimos sin ver avances serios, más allá del anuncio del inicio de la redacción de un Plan Estratégico Nacional, que no sabemos si en realidad echará a andar este año o es sólo el ruido de los fuegos artificiales que nos avisa de que estamos entrando en campaña preelectoral.
Cuando la Ciudad aprobó el Plan Estratégico de Melilla creíamos que habíamos dado un paso de avance de décadas. Sin embargo vemos que sigue sin ponerse en marcha porque para ello necesita de inversiones estatales que no han sido contempladas en el Presupuesto General del Estado de 2022. O sea, hagámonos a la idea de que esto va para largo.
Concluyendo, estamos como estábamos y esperando que se redacte un nuevo Plan Estratégico, a ver si por fin, aparece algo de dinero para resolver no sólo los problemas enquistados en nuestra ciudad, sino para salir del hueco donde nos ha hundido Marruecos ante la inacción del Gobierno de España.
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