–En el tiempo que Save The Children lleva en Melilla ha atendido a unos 800 niños. Cuénteme en qué consiste su labor, que puede pasar desapercibida para la sociedad.
–Somos una organización de casi 100 años de existencia. Con menores no acompañados trabajamos en 19 países, tanto de origen como de tránsito como España o Italia. También con las zonas de destino, como Alemania o Suecia. Ponemos una especial atención sobre esos niños y pone una especial atención porque sabemos que son los que están en situación más precaria.
Save The Children identifica a Melilla como un punto muy importante por ser la única frontera terrestre de la UE y un punto de entrada de la mayoría de menores no acompañados. Llevamos casi un año en Melilla, trabajando en el puesto fronterizo, en el CETI y en los centros de acogida, la Purísima y la Gota de Leche.
–¿Cómo se trabaja con un niño refugiado y qué diferencia hay con los que no lo son?
–Una diferencia importante es si está solo o con la familia. En el caso de menor no acompañado la intensidad de trabajo es mucho mayor. En otros países hacemos diferentes intervenciones. En Grecia e Italia ofrecemos lugares de refugio. Los visitamos personalmente.
Si tiene la condición de refugiado, sus trámites de asilo son complejos, pero no tanto.
–Organizaciones como Amnistía Internacional lamentan la falta de módulos familiares en el CETI y dicen que perjudica a los niños, ¿cómo ha visto esta situación?
–Tenemos un equipo trabajando en el CETI. Lo primero que vemos positivo es que la mejora de las instalaciones ha permitido separar a las familias de los varones que viajan solos. Era una reclamación fundamental. Otra mejora es la reducción del tiempo de estancia. Sin embargo hemos trasladado al director del CETI que el tiempo que pasan estos niños en el centro es demasiado largo. El CETI está lleno de niños aún y le hemos transmitido que no es un lugar idóneo, y que tienen que permanecer allí el menor tiempo posible. Un niño no debe pasar más de dos semanas en el CETI.
Otra petición ante la cual se han mostrado favorables es que exista un protocolo de protección de la infancia dentro del CETI para que todos los trabajadores sepan cómo hay que trabajar con los niños. igual que hay uno de trata y otro de violencia de género, es necesario uno de protección de infancia.
Es importante que el CETI sea un lugar de identificación y tránsito rápido de familias. Hemos visto casos de madres con niños que llevaban en el centro 9 y 10 meses.
–Ayer (el miércoles) nos enteramos de que había 14 menores entre las 111 personas que saltaron la valla. Por otro lado, Unicef pide el fin de las ‘devoluciones en caliente’ porque pueden vulnerar los derechos de los menores al no identificar a las personas que saltan.
–Save The Children condena las devoluciones en caliente, como no puede ser de otra manera. Especialmente en el caso de menores. Los niños tienen derecho a su identificación como menores de edad. Nos interesa trasladar que en todos los saltos, un porcentaje de los que consiguen llegar a España son menores de edad. Y también hay menores que no lo consigue y siguen en el Gurugú. Esta situación reclama una actuación especial. Además de evitar las devoluciones en caliente, habría que aplicar un protocolo concreto.
El salto de la valla, que nos parece tan dramático, no es lo peor que viven estos menores. Han pasado por situaciones terribles. Es el efecto expulsión en el que nos tenemos que fijar. Nosotros estamos en la frontera trabajando con la Policía. En los saltos hay que tener cuidado en no caer en prácticas que son directamente ilegales.
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