Un año más, la noche de San Juan ha vuelto a poner de manifiesto la cantidad de personas incívicas que hay en Melilla. Después de la fiesta nocturna más multitudinaria del verano, las playas parecían auténticos vertederos de basuras: cientos de botellas, de bolsas, de resíduos de todo tipo quedaban al descubierto con la llegada del amanecer. Era un espectáculo deplorable que pone de manifiesto la falta de sensibilidad y de educación entre quienes no tienen el menor reparo en marcharse y dejar todo tirado a pesar de tener numerosas papeleras y contenedores donde depositar sus basuras.
Qué lamentable imagen la de esas playas convertidas en vertederos. Viendo ese lamentable espectáculo habría que empezar a plantearse qué clase de educación estamos inculcando a las nuevas generaciones, si el ejemplo que damos es el más adecuado para los jóvenes, muchos de los cuales se declaran ecologistas convencidos y la verdad es que no dudan ni un momento en tirar por el suelo papeles, dejar botellas esparcidas por donde hacen sus quedadas y utilizar la arena como su particular basurero.
Es intolerable que una ciudad que quiere ser del siglo XXI pueda presentar ese aspecto porque la noche anterior ha habido una fiesta al lado del mar. No se puede consentir semejante falta de civismo ni es de recibo que los operarios de la empresa de limpieza tengan que estar a las seis y media de la mañana limpiando lo que esos descerebrados han dejado esparcido por donde les dio la gana para que las playas estuvieran operativas de nuevo a la hora de la llegada de los bañistas.
Es evidente que las labores de concienciación, los teatritos para niños, las campañas públicas no tienen el menor efecto en una población que no tiene el más mínimo pudor en tirar sus resíduos por donde quieren sin que les tiemble el pulso, sin sentir la más mínima vergüenza por su acción deplorable.
Igual en vez de llevar a los operarios de limpieza a las seis de la mañana habría estado mejor contar con varias dotaciones de la Policía Local para que sancionara a los incívicos porque a la vista de las circunstancias, parece evidente que no existe otro camino para tratar de que esos ciudadanos cumplan las normas. A veces las personas solo aprenden a golpe de multas y si eso es lo que tiene que pasar, que pase; lo que no se puede consentir es ver una playa como la que dejaron tras la noche de San Juan.
Y por otro lado, felicitar tanto a la empresa Valoriza como a sus trabajadores por la labor que han llevado a cabo para que las playas estuvieran a punto a primeras horas de la mañana de ayer y prácticamente quedaran como si nada hubiese sucedido la noche antes. Los operarios, todo ellos, tanto los de a pie como los de vehículos, merecen el reconocimiento de la ciudad por su dedicación y por hacer posible una limpieza de carácter extraordinario tan oportuna y necesaria.
Ojalá se logre erradicar esos comportamientos tan poco compasivos con el medio ambiente y nuestras playas, lo cual supondría que Melilla entra en la modernidad y en el siglo XXI por la puerta grande.
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