La ministra de Sanidad, Mónica García, sigue sin enterarse todavía de cuál es la auténtica situación sanitaria que se vive en Melilla, a juzgar por las declaraciones ayer de los representantes del sindicato CSIF. Estos apuntaron que García niega que la ciudad esté declarada como zona de difícil cobertura, a pesar de que el Real Decreto de su designación está recogido en un BOE de febrero de 2023, que el tema ha sido tratado en la Mesa Sectorial con el Ingesa y que el propio Gobierno de Sánchez lo tiene así señalado en aquel Plan Integral que aún anda por ahí como espíritu sin cuerpo.
Es la segunda vez que la titular de Sanidad deja de manifiesto su total desconocimiento acerca de sus responsabilidades con las dos ciudades autónomas, las únicas que dependen de su departamento. Después de la polémica carta con la recomendación de contratar a los médicos recién salidos del MIR que, además, pedía que fueran fidelizados a través de contratos estables, ahora resulta que Mónica García no sabe que existe un Real Decreto mediante el que Ceuta y Melilla son declaradas de difícil cobertura, si bien es cierto que siguen a la espera ambas localidades de que se desarrolle dicha cuestión a través de la correspondiente dotación presupuestaria y de profesionales.
El caso es que resulta muy difícil de creer que la sanidad pública vaya a mejorar en Melilla, como afirma esa señora, puesta ahí por el cupo de Sumar en el Gobierno, cuando hace estas exhibiciones de desconocer sus propias competencias. ¿Qué pueden esperar los melillenses de semejante situación? Evidentemente nada bueno.
Va para un año que García está al frente de Sanidad y aquí prácticamente no se ha hecho nada que no sean grandes anuncios de contrataciones a un futuro que jamás se concreta, decir que el hospital es lo más pero aún los contribuyentes no lo han podido ni pisar y que los médicos son los mejor pagados de España. Y para lo que ha dicho o hecho la ministra, la verdad es que podía habérselo ahorrado porque tan solo ha puesto sobre la mesa su ignorancia con respecto a cómo está el sistema en la ciudad.
Lo único que se le ocurrió es tratar de tapar el ridículo que hizo la ministra con la famosa carta mandando a Melilla a su secretario de Estado, el tal Javier Padilla. ¿Qué hizo éste? Repetir como un papagayo el argumentario que el Ministerio viene utilizando desde hace meses sobre la "histórica" oferta de empleo que sigue sin concretarse, acusar a la Ciudad Autónoma de no hacer los cribados de cáncer pero sí pagar publicidad institucional a los medios "afines" y muy poco más que unas fotos en el nuevo servicio de Urgencias de la calle Álvaro de Bazán y, cómo no, bajo el cartel del Hospital Universitario.
A todo esto, los médicos parecen haber tirado ya la toalla, al menos en Melilla. Dieron una tregua en la huelga ante la llegada del nuevo equipo comandado por Mónica García y, a pesar de todo lo que ha sucedido, siguen impasibles mientras los pacientes continúan sufriendo las consecuencias de un sistema deficiente, agotado y lento, que no cubre las expectativas de los enfermos.
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