Algo sabía, pero admito que me quedé sorprendida con la noticia de que Mohamed Mohand, el consejero destituido de su cargo en Melilla a finales de este mes de octubre, ha sido elegido este domingo como miembro de la Ejecutiva nacional de las Juventudes Socialistas de España, donde se ocupará de Economía digital, Innovación y Fondos Europeos.
Que el chico es ambicioso, lo sabíamos. Que no se da por vencido, también. Que controla los flecos de las Juventudes de Melilla, pese a sus tres años de inexistencia, lo dicen incluso sus enemigos. Pero ahí está Mohand, como el Ave Fénix, resurgiendo de las cenizas y dejándonos a todos (o a casi todos) de piedra.
El nombramiento de Mohand al frente de una Secretaría importante en las filas de los cachorros del PSOE llega el mismo día de la clausura del 14 Congreso de los socialistas melillenses, en el que Gloria Rojas revalidó su cargo de secretaria general del PSOE de Melilla, con una nueva Ejecutiva, a la que incorpora el área de Juventud, algo que, visto lo visto, no es fortuito.
La Ejecutiva de continuidad con algunos retoques Gloria Rojas ha salido adelante con el 76,4% de los votos de los 109 militantes (de 280) que se inscribieron para participar en el acto de partido más importante a nivel interno. Las matemáticas son claras: el núcleo duro del PSOE de Melilla, encargado de sacar adelante un proyecto renovador, sólo tiene el apoyo de un tercio del total de la militancia.
Sería interesante saber por qué la mayor parte de las bases del PSOE en Melilla no apoya a los suyos ahora que están en el Gobierno en unas circunstancias realmente difíciles. ¿Qué es lo que les frena a participar en un Congreso que siempre sirve para cerrar heridas, para el reencuentro y para ilusionarse?
Son preguntas que necesitan respuestas en un debate a tumba abierta porque sinceramente no se explica que una vez que han conseguido lo que llevan tanto tiempo deseando den la espalda al proyecto.
El nombramiento de Mohand como miembro de la Ejecutiva nacional de las Juventudes Socialistas de España corrió por las redes sociales como la pólvora. Todavía no se había bajado de la tribuna en Madrid, donde posó visiblemente satisfecho, y el vídeo de su ascenso al Olimpo ya estaba subido a las historias de Instagram de uno de sus incondicionales.
Inmediatamente alguien se preguntó en Twitter cómo es posible que un político cesado de su cargo en Melilla por decisión de la Ejecutiva del PSOE y por "hacer daño a la imagen" del Partido Socialista, valga para ser miembro del núcleo duro de la Juventudes Socialistas de España y, además, siga formando parte del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de esta ciudad.
Desde esta misma columna ya nos preguntamos en una ocasión por qué Mohand no vale para consejero pero sí vale para seguir formando parte del Grupo Parlamentario Socialista. ¿Hasta qué punto el comportamiento de Mohand hacía daño a la imagen del partido desde la Consejería de Economía y Turismo y no tiene el mismo impacto desde la Asamblea o desde las Juventudes Socialistas?
Quienes saben más que yo de tejemanejes políticos están convencidos de que las cosas cambiarán una vez se aprueben los presupuestos y, con el voto a favor de Mohand, se garantice un año más de estabilidad para el Gobierno de CpM, PSOE y Eduardo de Castro.
Por eso, dicen, están tragando con algo que tal y como está planteado es incomprensible a ojos de la ciudadanía.
Como era previsible, Melilla se le queda pequeña a Mohand. Él quiere más de todo. Y esta forma de moverse en las tenebrosas aguas de la política es una virtud que, cuando se tiene, augura un futuro prometedor.
Aunque en el Congreso del PSOE de Melilla no se aludió directamente a los traspiés que los socialistas miembros del Gobierno han dado en materia de ejemplaridad, el ex presidente José Luis Estrada fue el único que pisó el charco y nombró la necesidad de que haya honradez en el partido y en la sociedad, pero también hizo un llamado a la firmeza.
Supongo que no se refería al tono brusco de Alonso Díaz, que en mi opinión, desentona en un partido moderno o que aspira a serlo.
No me gustan sus formas, pero admito que su receta para salir del bache es sensata: un gran pacto de ciudad, integrador y respetuoso con la diferencia y un congreso que sea capaz de poner sobre la mesa "resoluciones creíbles".
La gente necesita hechos. Y pongo un ejemplo claro: la retirada de la estatua de Franco era algo que tenía que hacer el PSOE y lo hizo. Ahora les toca batirse el cobre en Madrid para que no pasen a la historia como el partido con el que perdimos tres barcos y un 63% de rotaciones. Eso se puede y se tiene que remontar. Como mínimo tienen que dejarnos como estábamos.
Viva el rey de las paellas!!!!!!!