Los mercados de la ciudad han acompañado durante décadas a la población melillense. Antes de la proliferación de las grandes cadenas, ya estaban aquellos puestos de fruta, verdura, carne y pescado fresco, en los que por un módico precio se llenaban bolsas enteras. Estos establecimientos que llevan tantos años son los que también le dan vida a los barrios. Los mercados municipales como el Central, el del barrio de la Victoria o del Real, entre otros, se han visto afectados últimamente por un descenso de la demanda, pero sigue conservando a esos clientes de toda la vida. Por los pasillos suelen caminar sin prisa y con un carro de tela jubilados o amas de casa en su gran mayoría. Algunas de estas personas llevan décadas yendo al mismo puesto. La clientela fiel es una gran ayuda en estos momentos. Eva es una clienta del Mercado Central y afirma que casi todos los comerciantes “siguen siendo los mismos” y por ello los ve como una familia: “Vengo todos los días a comprar; además mi madre fue lotera y trabajaba en la puerta del mercado”. Por su parte, Araceli compra en un puesto de fruta y verdura específico, el del famoso ‘Tito’: “Si no llevo 30 años, llevo un poco más. Siempre compro a los mismos porque son muy agradables”. ‘Tito’ lleva 10 años trabajando en el puesto que ha llevado su padre durante 40. Si fuese por él “trabajaría los años que le quedan vendiendo fruta y verdura fresca”. “Tenemos mucha confianza entre nosotros. Hay gente hasta que nos escribe por Whatsapp para decirnos qué es lo que quieren”, dice ‘Tito’ en un breve descanso. Los comercios siempre tienen sus altibajos, pero la evidencia de que hay menos demanda en los mercados municipales es notoria. Mustan, un comerciante de aceitunas, asegura que el año pasado las ventas “fueron un desastre” y no sabe qué le depara en los próximos meses. Afirma que hay varios factores que generan esta crisis: “Por un lado están los aparcamientos, mucha gente me dice que no viene por la falta de estos. Hay un parking que pertenece a una empresa privada. Podrían dejar un espacio para las personas que quieran venir”. Por otro lado, los precios fuera de los mercados “son más baratos”, por los impuestos que deben pagar los comerciantes. “Tenemos que vender más caro y los clientes no vienen”, agrega Mustan. Ana María tiene una charcutería en el mismo mercado. “Empezamos muy bien, con muchísimo público. Por la zona del centro vivía más gente, pero el paso del tiempo y la aparición de las grandes superficies ha afectado a los mercados, pero estos tienen que existir”, apunta la comerciante.
Mercados de barrio
Otros mercados más pequeños, como es el del barrio de la Victoria también sufre estas circunstancias. El espacio es más pequeño y va dirigido al barrio. Los vecinos son los que le dan vida y eso aún se puede notar. Fernando lleva 35 años yendo al mercado. Afirma que la competencia es buena, pero reconoce que se ha perdido la tradición de pasear por los puestos y mirar: “La gente se acomoda más y mira más por su tiempo. Antes la gente se quedaba hablando con el tendero, te entretienes y ves a los vecinos”. Por su parte, Manuel también es fiel al mercado de la Victoria: “Yo prefiero venir aquí antes que ir a un supermercado”. Este vecino defiende a capa y espada a los trabajadores del mercado: “Merecen estar en su puesto toda la vida”. Hamed es uno de esos trabajadores que ven el declive de las ventas: “Hay días buenos y malos, pero antiguamente solía estar muy bien. En todos lados pasa esto, vayas donde vayas, hay crisis en los mercados, y más cuando hay una gran competencia con las grandes empresas”. Los años pasan para estos grandes locales que durante un tiempo eran frecuentados por la gente para comprar productos de calidad, además de disfrutar de largas charlas con vecinos y comerciantes. Hoy en día el trabajo es lo que más tiempo ocupa a los melillenses y lo que más les impide comprar tranquilamente. Juani añora aquellos tiempos: “Yo vengo siempre, pero los más jóvenes pasan por aquí muy poco porque trabajan y por la tarde están los supermercados abiertos”. Según la ubicación y las características del barrio, los mercados se ven afectados en mayor o menor medida. El mercado del Real es el más vacío. La zona de la pescadería sigue más activa, pero decenas de puestos de fruta y verdura han ido decayendo, quedando muy pocos locales abiertos. Mohamed trabaja desde 1984 y nunca había visto el mercado del Real así: “Cada vez hay menos personas. Muchos han cerrado también porque eran personas mayores y nadie los sustituye”. Mimon es pescadero en el mercado del Real y lleva 35 años atendiendo a los melillenses: “Solo hay que mirar cómo está el negocio. No hay pescado en la plaza y no se puede vender nada”. Este comerciante asegura que sus ingresos acaban en su cuota de autónomo y que apenas entran ingresos en su casa: “Hace tres o cuatro años que no ganamos nada y antes este era el mejor mercado”. Como clienta del Mercado del Real desde niña, María no ha dejado de comprar en los puestos de este edificio histórico. Su madre tenía una carnicería y asegura que las colas eran inmensas en cualquiera de las casetas que hoy ya no existen. “Vivo en este barrio y veo que algún vecino sigue viniendo, pero son muy pocos”. En cualquier ciudad, los mercados tradicionales se encuentran en peligro de extinción, sobre todo por la competencia con las grandes superficies. A corto plazo, la conservación de estos espacios depende de los ciudadanos cuyo tiempo es escaso para apoyar el comercio local y de barrio.
Mercado Central: Reformado y con público fiel, pero sobreviviendo a la caída de ventas
El mercado municipal sigue conservando parte de su clientela. La zona se reformó hace relativamente poco y se han creado espacios de ocio para que no decaiga más. Aún así, hay puestos concretos que sufren esta crisis en las ventas. Conforme han pasado los años, la planta alta ha sufrido una modificación por el cierre de algunos establecimientos. El desplazamiento de muchos vecinos del centro, al igual que la falta de aparcamientos, también ha afectado a esta zona. A pesar de esto los clientes más fieles no han dejado de acudir a sus comercios de toda la vida.
Mercado del barrio Victoria: ambiente cálido y vecinal
El espacio de este mercado genera un ambiente tranquilo para todo el que lo pisa. Los vecinos de esta zona siguen acudiendo a comprar productos frescos, pero la falta de tiempo y la proliferación de las grandes cadenas de supermercados han dañado los niveles de demanda. Dentro del establecimiento se conservan todos los puestos de fruta y verdura, hay una carnicería y unos puestos de textil y calzado. Fuera siguen las pescaderías a las que asisten los vecinos del barrio de la Victoria. Por ellos, los puestos pueden sobrevivir durante un largo periodo.
Mercado del Real: abandono constante
Es el mercado más vacío de todos. El edificio, que impresiona por su fachada histórica, tiene por dentro un ambiente deprimente ya que no existe la muchedumbre que había hace 15 años. Los puestos de fruta y verdura han sido los más afectados, ya sea por la falta de ventas o porque no ha habido nadie que sustituyera a los trabajadores jubilados. La mayoría de ellos llevan más de 20 años atendiendo a los melillenses. La zona más frecuentada es la pescadería, pero esta también ha sufrido la bajada de ventas. Los vecinos han abandonado su mercado.