Está claro que Melilla es una ciudad bastante ruidosa, que los melillenses ya se han acostumbrado a vivir en medio de los múltiples sonidos que existen a nuestro alrededor pero que ni siquiera acaban con el final del día. Es más, la noche se caracteriza precisamente porque cuesta trabajo conciliar el sueño como consecuencia de esa contaminación acústica de la que tanto se habla, pero nunca acaba entre otros motivos porque no se toman medidas para atajar el problema.
El camión que recoge la basura o limpia los contenedores pasa prácticamente de madrugada y no se puede decir que sea silencioso; muy al contrario, ahora que empieza la temporada del calor y que los ciudadanos tienen las ventanas abiertas, es raro quien no se percata de que pasa por su calle porque el estruendo que provoca no pasa en absoluto desapercibido. A ello hay que unir otras circunstancias desagradables, como la tapa de la alcantarilla que hay en la carretera y que suena como un diablo cada vez que la rueda de un coche le pasa por encima. Y qué decir de los incívicos que no tienen el más mínimo reparo en hacer sonar el claxon del coche, el perro que ladra como un condenado, los vecinos que se comunican a voces o la alarma que salta y suena durante largo tiempo sin que nadie se digne a pararla.
Sí, Melilla es bastante ruidosa. Si no, que se lo digan a los vecinos del centro que, a todo ese batiburrillo de cosas, le unen otra cuestión más: el graznido de las gaviotas, que se han apoderado de decenas de azoteas y hacen imposible poder dormir con normalidad. Estas aves están anidando en el mismísimo casco urbano y provocan un sonido estridente de lo más desagradable, sin contar con que incluso son capaces de atacar a humanos y mascotas si entienden que el nido puede estar en peligro.
Las gaviotas se han convertido en un auténtico quebradero de cabeza para cientos de familias, no ya en el centro sino en otros barrios cercanos como el Príncipe, donde han establecido su poder sin que nadie ose molestarlas por la agresividad que muestran cada vez que tan siquiera se intenta apartarlas del coche para poder entrar en él. Mientras, la Consejería de Medio Ambiente que dirige Daniel Ventura sigue a la espera de poder adjudicar el contrato para que una empresa se encargue de ellas y ya se está tardando demasiado.
Todos los años ocurre lo mismo. Llega la primavera y las gaviotas se adentran en la ciudad para establecer sus nidos, poner sus huevos y criar a sus polluelos. Es durante estos meses cuando la situación se hace insostenible y cuando se necesitan soluciones que garanticen un buen descanso a los ciudadanos, que bastante sufren ya con otros ruidos a lo largo de todo el día.
Es muy necesario que todo el mundo tome conciencia y tenga presente que dormir es una actividad imprescindible para el bienestar de los seres humanos. No es concebible que a estas alturas de la vida haya familias que tengan que abandonar sus casas para poder descansar debidamente por las noches. Es algo que no se puede consentir y por eso se comprende perfectamente la desesperación de estos vecinos del centro, que solo quieren poder dormir en paz.
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