Opinión

Melilla y el tono chancletero en el Senado

¿Cuánto tiempo llevamos hablando del hospital Modular en esta ciudad? Y lo que nos queda. De momento, ya sabemos quién lo tiene paralizado.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, dijo el martes en el Senado que el Gobierno de España está comprometido al 100% con Melilla y por eso el hospital modular estará terminado el año que viene. Además, recalcó que el ministerio ha hecho su parte.

La vicepresidenta Gloria Rojas, autoproclamada responsable de la Comisión Covid de Melilla, aclaró que el Obispado de Málaga no ha puesto palitos en las ruedas para ceder los terrenos, por tanto, no hay que ser muy brillantes en matemáticas para concluir que si en una cuestión de tres, dos no tienen inconvenientes, evidentemente las pegas las pone el tercero: la Ciudad Autónoma.

Sinceramente, me sorprendió escuchar a Rojas decir en rueda de prensa que el hospital modular nos costará a los melillenses unos cuatro millones de euros, pero que a estas alturas no está claro de dónde va a salir exactamente el dinero.

Tienen una leve idea de que puede arañarse de los remanentes de los Fondos COVID (como si estuviéramos hablando de calderilla), pero es un tema que no está cerrado. Como tampoco lo está el proceso de contratación de las obras.

Evidentemente, la Ciudad Autónoma es el problema. Y se lo ha creado ella misma porque no entiendo la razón exacta por la que una autonomía que no tiene delegadas las competencias sanitarias tiene que rascarse el bolsillo para montar un hospital modular que nos saque del apuro en plena pandemia.

Llevamos toda la crisis del coronavirus contando nuestras camas de UCI y cruzando los dedos para que las cosas no vayan a peor. ¿Por qué el dinero del hospital no sale del presupuesto del Estado? ¿Por qué tenemos que desviar recursos propios para asumir una competencia que es del Gobierno central?

La promesa de la ministra Darias de que el Hospital Modular estará para 2022, me sonó a una escena en la que a usted le piden matrimonio y acepta el compromiso. Sin embargo, su pareja no pone fecha a la boda y cuando usted le pregunta: “¿Y el anillo pa’ cuándo?”, le responde que para el año que viene, sin más explicaciones. Suena a sí para que te calles.

Señores llevamos un año de pandemia y seguimos sin saber, a estas alturas, de qué partida va a salir exactamente el dinero del Hospital Modular ni a quién vamos a contratar para ejecutar unos trabajos importantísimos para esta ciudad.

Tanta matraca que nos ha dado el PSOE con lo mal que el PP gestionó el tema del Hospital Universitario y resulta que ahora ellos tampoco son capaces de sacar adelante el Hospital Modular, un proyecto infinitamente más sencillo. Me temo que esto de gobernar no era tan fácil como creía el lobby del profesorado.

En cuanto al debate del Senado con la ministra Carolina Darias, no puedo pasar por alto el momento en que el senador por Melilla Juan José Imbroda la llamó “inútil”.

La ministra le reprochó la incontinencia verbal porque, según explicó, ella es capaz de asimilar las críticas, pero no lo insultos. Y la Cámara Alta no es ni se puede convertir por obra y gracia de los representantes de Melilla en una convención de verduleros.

No comparto las formas ni de Imbroda ni me gustan los ‘sal-pa-afuera-y-nos matamos’ que monta Sofía Acedo. Da la impresión de que nuestra senadora se transforma cuando vuela a Madrid y allí sólo es capaz de sacar el Rastro que lleva dentro. No se da cuenta de que aquí es Sofía Acedo, la del PP de Imbroda, pero en la capital de España es la representante de todos los melillenses en la Cámara Alta. Nos avergüenza a todos con sus ademanes chancleteros y periféricos y, además, hunde (si es que eso es posible) la marca Melilla. No podemos seguir permitiendo su exaltación.

Sin ánimo de que le copie el discurso, yo le recomiendo a nuestra senadora que se siente a ver vídeos de Rocío Monasterio para que entienda que la contundencia, e incluso la radicalidad del relato, no están reñidos con los buenos modales. Eso, como los dientes, vienen de fábrica y sé, perfectamente que, de donde no hay, no se saca. Pero también sé que si se lo propone, puede conseguirlo. No es tan difícil.

A Imbroda no lo voy a abroncar porque su subida de tono, que no me gusta, consiguió titulares nacionales y al final, puso el tema encima de la mesa. En este caso, el fin justifica los medios. Otra cosa es lucir las chancletas sólo para hacer el ridículo.

En fin, que entre pitos y flautas, no tenemos Hospital Modular, un año y un mes después de desatarse la pandemia. Los melillenses estamos atrapados en la política bucle, la de chancleta y los mensajes arrabaleros. Hay gente en La Cañada que podría representarnos mejor e incluso quedar más auténtica en el Senado.

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