El mercado del alquiler en Melilla sigue la misma estela de lo que sucede a nivel nacional; es decir, hay mucha demanda pero muy poca oferta, lo cual dificulta enormemente la posibilidad de disponer de una vivienda a un precio que pueda considerarse razonable.
“Los alquileres están altos”, comentó al respecto la trabajadora de una inmobiliaria melillense con 15 años de experiencia en el sector. “Hay mucha demanda y pocas viviendas y eso hace que los precios suban”, manifestó para señalar que difícilmente se puede encontrar algo por debajo de los 600 euros mensuales.
“La gente normal, los mileuristas, no se pueden permitir un alquiler por sí solos porque están bastante altos”, recalcó para añadir que los precios no han variado prácticamente nada en los últimos dos años. “Siguen caro como estos años atrás”, apuntó.
Y si es difícil alquilar, cumplir con los requisitos que imponen los propietarios tampoco es una tarea fácil de superar. Aunque “hay de todo” en el mercado, en muchas ocasiones se requiere que el inquilino sea funcionario y que se aporten garantías económicas, como avales bancarios o el adelanto de varias mensualidades. “Cuando el alquiler está sobre los 900 euros, los propietarios suelen exigir que sean funcionarios”.
Además, no se ve mejora en el horizonte de 2023. Nuestra fuente aseguró que las cosas “seguirán igual” porque no hay viviendas disponibles para alquiler. Eso sí, reconoció que, al final, todo se termina alquilando “tenga el precio que tenga” porque existe una necesidad real de disponer de una casa.
Otro dato interesante es que el mercado de la venta tampoco es que esté mejor. De hecho, son más las viviendas para alquiler que para venta y tampoco se mueve mucho el sector de la propiedad. “La gente quiere comprar barato y barato no hay porque se vende rápido. Los que quieren adquirir una casa lo tiene complicado porque no hay oferta”.
Que alquilar está muy difícil lo saben quien los jóvenes que se desplazan a Melilla por cuestiones laborales. Una chica explicó en ese sentido que no había manera de encontrar casa por ningún lado. “Visité un montón de webs y nada. Hasta envié tuits pidiendo que se me informara sobre alguna posibilidad de tener vivienda y tampoco funcionó. Lo pasé realmente mal”, confesó.
Al final, fue una amiga del trabajo la que le habló de un pequeño piso de 50 metros cuadrados por el que paga 550 euros mensuales. “Me parece carísimo ese precio porque hay que añadir después todos los gastos típicos como la luz, el agua, internet, etc. Mi abuela paga 600 euros en Málaga por una casa con tres habitaciones y a cinco minutos del centro”.
Por si fuera poco, el propietario le exigió el mes vigente más uno adelantado, así como otro fianza.
Para esta joven, es evidente que la vida no está hecha para que una persona pueda vivir sola. “Todo fue mejor cuando empecé a vivir con mi pareja, así podemos compartir gastos y las cosas ya van de otra manera”.
Otro de nuestros entrevistados tuvo “más suerte” porque pudo vivir solo. Eso sí, está en un estudio muy pequeño, que no llega a 40 metros cuadrados, en un quinto piso sin ascensor. Fue, por cierto, el único lugar que encontró donde permitieran tener mascota, en su caso un perro mediano. Paga 450 euros “y estoy loco por mudarme”.
El problema se le plantea doblemente. Por un lado, no encuentra nada que se ajuste a su presupuesto; por el otro, prácticamente nadie permite alquiler con mascota. “En Melilla no hay pisos donde acepten animales, no lo entiendo porque además el mío es pequeño”.
Lo que ocurre en Melilla con el alquiler no es algo aislado porque en la península el mercado también es complicado. La razón es la misma que en la ciudad: mucha demanda y poca oferta, dándose también la circunstancia de que hay mucho trasvase de viviendas para el sector turístico, algo que merma la posibilidad de alquiler residencial.
La alta demanda se deja notar mucho en las grandes ciudades y eso se produce “por la dificultad de acceder a una vivienda en propiedad y la migración hacia las grandes ciudades desde la España vacía con el consecuente aumento poblacional en las capitales”, según señala el gerente de operaciones Wolo, Alberto Dahl.
Otras de las causas que favorecen la falta de sotck son las medidas estatales de limitación de precios de alquiler y, en general, aquellas que generan inseguridad jurídica a los propietarios. Junto a ello hay que citar, igualmente, la importante conversión de viviendas residenciales en vacacionales.
Según datos del mercado, las ciudades con caídas de stock interanuales más pronunciadas son Alicante, Palma de Mallorca, Málaga, Barcelona y Madrid, todas por encima del 40%. Eso hace que las previsiones no sean nada buenas de cara a lo que sucederá el próximo año 2023. “No se espera que los factores que condicionan el mercado cambien de forma significativa para mejor”, señala el informe elaborado por Wolo.
En definitiva, que tanto a nivel local como nacional, encontrar una vivienda de alquiler es casi misión imposible. Desde Wolo apuntan alguna solución a este problema: “la clave para tener mayor generación de oferta son medidas que incentiven el interés de los propietarios (pequeños o grandes) en poder sus viviendas en el mercado del alquiler”.
“También vemos necesario aumentar la oferta a través de la construcción de vivienda nueva. Para ello se necesitan incentivos fiscales y sobre todo estabilidad y seguridad jurídica para los promotores que buscan rentabilidades a largo plazo por su actividad”, apunta el informe.
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