Los transportes, como ya se ha apuntado aquí en varias ocasiones, son hoy día algo esecial para el desarrollo económico de los territorios, sean los que sean. La conectividad es desde tiempos remotos el motor que ha llevado a la cúspide a civilizaciones tan avanzadas en su tiempo como los romanos y sus famosas calzadas, algunas de las cuales siguen conservándose en la actualidad con los parabienes de los expertos, que resaltan la destreza de quienes planteaban los trazados.
Melilla trata de sacar cabeza y sobrevivir, necesita garantías y esperanzas de futuro, y la mejora de sus conexiones con la península son la base sobre la que se construya el modelo económico que se pretende implantar y uno de cuyos ejes estratégicos es el turismo. Pero es que atraer empresas digitales o a un mayor número de universitarios también pasa obligatoriamente por disponer de medios de comunicación en condiciones y a precios razonables para todos, sean o no residentes en la ciudad.
Por eso los melillenses merecen un trato preferente en esta cuestión. Es hora ya de que se tomen en serio en Madrid que los ciudadanos de Melilla deben tener las mismas oportunidades de movilidad por el territorio nacional que los catalanes o los andaluces. Es imperativo que entiendan que la insularidad no se resuelve únicamente aplicando bonificaciones en el IRPF o pagando un pequeño plus de residencia que, en realidad, no compensa el coste de los productos.
Si es cierto que el Gobierno de Pedro Sánchez tiene un gran compromiso con Melilla, tal y como afirma su representante en la ciudad, Sabrina Moh, que se ponga de inmediato manos a la obra y comience a trabajar en tres frentes fundamentales: la Obligación de Servicio Público para las líneas aéreas de Málaga y Madrid, la ampliación de la pista del aeropuerto y la implantación de sistemas de aproximación para no provocar que, a la mínima de cambio, la climatología impida el normal desarrollo del tráfico de aviones.
El Estado ha empleado muchísimos miles de millones tanto de pesetas como de euros en garantizar la conectividad en la península. En los últimos cuarenta años se han construido cientos de autovías, de carreteras, de autopistas y miles de kilómetros de alta velocidad para los trenes. ¿Cuánto se ha invertido en el transporte para Melilla? Una cantidad ínfima si se hace la comparación.
El Gobierno estatal debe dar a la ciudad las herramientas que necesita para poder salir de la crisis económica que le afecta desde que en 2018 Marruecos optó unilateralmente por cerrar la aduana comercial. No se le pide más que ponga sobre la mesa lo mínimo imprescindible para poder desarrollar los planes que se están elaborando para que la ciudad tenga la oportunidad de reinventarse y mantenerse y, de ese modo, dar a los jóvenes argumentos con los que plantearse su proyecto vital en este lado del Mediterráneo.
Aquí ya no sirven los partidismos. Los ciudadanos esperan que todos los políticos hayan entendido el mensaje que ha surgido del drama valenciano y sepan defender los intereses generales de Melilla por encima de sus filias y fobias. Eso pasa por apoyar la mejora real de los transportes, algo que los melillenses les agradecerían enormemente.
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