El reconocimiento como Melillense del Año ha recaído esta edición en el periodista Antonio Rubio Campaña, un profesional con una amplia trayectoria en medios como El Periódico de Cataluña, Cambio 16 o El Mundo, donde fue subdirector en la sección de Investigación. En la actualidad es director de dos másteres organizados por El Mundo y las universidades CEU y Rey Juan Pablo. Se encuentra inmerso en la redacción del libro ‘El oficio de investigar’, sobre Luis de Oteyza, que en breve verá la luz. El Faro de Melilla tuvo la oportunidad de hablar ayer con Rubio sobre sus impresiones tras el nombramiento y de su vinculación y percepción de la ciudad que le vio nacer.
–¿Cómo ha recibido el nombramiento como Melillense del Año? ¿Se lo esperaba?
–No, no me lo esperaba, la verdad. Lo he recibido con sorpresa, alegría, satisfacción, orgullo… Lógicamente, que en tu tierra te reconozcan el trabajo, que imagino que es lo que habrán hecho, siempre es de agradecer. Porque aquello de nadie es profeta en su tierra siempre suele ocurrir, pero vamos, bien, lo he recibido bien y para mí es un orgullo, indudablemente.
–¿Había sentido lo de “profeta en su tierra” con anterioridad, se sentía reconocido en Melilla?
–Sí, el reconocimiento de determinados sectores y de la gente en general siempre lo he tenido. Eso estaba ahí. Pero que de alguna forma lo hagan oficial o sea oficioso tiene su punto y es de agradecer. Sobre todo, en estos momentos en el que todo está tan delicado, el tema de la inmigración es tan complicado, es un orgullo, me siento melillense y defiendo a Melilla.
–Entonces, siempre habla bien de su tierra cuando tiene ocasión.
–Siempre lo intento, sobre todo porque con Melilla ocurre a veces como ocurre con otras comunidades españolas, es muy fácil hablar desde Madrid de algo que uno no conoce en profundidad. Para entender la dinámica de Melilla hay que vivirla y hay que conocerla. Sobre todo en nuestra profesión, muchas veces escribimos de una manera muy ligera y muy rápida. Siempre defiendo Melilla e intento explicar cuál es la situación de la ciudad. No es fácil, es como ser del Barcelona en Madrid, eso tampoco es fácil.
–Desde su punto de vista como periodista de investigación, ¿cuál es la situación de Melilla?
–Creo que la situación de Melilla en sí es la misma que está padeciendo en estos momentos toda Europa. En un momento determinado, el problema estaba centrado en Ceuta y en Melilla y ahora Europa se ha dado cuenta de que el problema no es de las dos ciudades autónomas. El problema es de occidente, que tiene que replantearse de qué forma afronta un tema que está ahí enfrente y que nadie ha querido hasta ahora asumirlo como tal. Espero y confío que la UE replantee su postura y busque solución, sobre todo para todas esas personas que ya tienen bastante con tener que salir de sus respectivos países.
–¿Cuál es su vinculación actual con la ciudad?
–No voy con toda la asiduidad que quisiera, porque mi dinámica profesional tanto periodística como académica no me lo permiten, pero hace tres años estuve por allí en unos cursos de verano y tengo familia allí. Tengo a mis padres enterrados, a muchos familiares enterrados. Los hermanos tenemos todavía casa en el barrio del Industrial. Mi vínculo con Melilla sigue estando. La dinámica profesional no me lo permite, porque en junio estuve en México, en abril en Ecuador dando clases… No es fácil. Aparte de que hay un problema grave con Melilla, que es muy caro ir a Melilla. Eso quieras que no, retiene, como es lógico y natural. Puedes ir a cualquier sitio del estado y te sale casi más barato que ir a Melilla y eso es un elemento negativo. Sobre todo, ahora que por Twitter te felicitan, a mucha gente yo le animo, pero todo el mundo me dice lo mismo, es que es caro. Algún día se solucionará.
–¿Con qué edad se marchó de Melilla?
–Me fui con 18, luego volví con 20, me fui con 21 y luego me fui a Barcelona, porque estudié Periodismo en la Autónoma de Barcelona. Luego me fui a Madrid. He estado yendo y viniendo, no con la asiduidad que me hubiera gustado, insisto. Cuando estaban mis padres, iba más, cuando los padres desaparecieron, lo típico, que dejas de ir o vas de otra forma.
–¿Cómo recuerda esa Melilla de su infancia y juventud?
–Para mí, todos los recuerdos de juventud e infantiles son positivos. Vivía en el Industrial, en Álvaro de Bazán, junto a las vías del tren que venía de las minas del Rif, junto a la playa. Recuerdo ir a lo que antiguamente se llamaba el barrio de los pescadores, Corea, lo recuerdo de una forma muy positiva. Recuerdo como en la academia y en el instituto convivía tranquilamente y felizmente con hindúes, musulmanes, con hebreos. Para mí siempre ha sido un elemento positivo. Me ha curtido el haberme relacionado con toda esas formas de pensar que a mí me han servido para tener una mente más abierta. Cuando el señor Zapatero hablaba de la Alianza de Civilizaciones, yo me decía, no está descubriéndome nada, eso es Melilla, una alianza de civilizaciones.
–¿Le ha enriquecido entonces vivir en ese crisol de culturas?
–Indudablemente. El conocimiento y la relación con todas esas culturas, más luego haberme ido a Cataluña, hablar el catalán y tener una perspectiva, moverme por Latinoamérica… Me ha servido de mi base que era Melilla. Cuando salimos, somos muy especiales, porque somos gente como más abierta. Somos más receptivos. Creo que es un elemento positivo que tenemos los melillenses y que sumamos, somos personas abiertas.
–Cuando ha vuelto a Melilla, pasados los años, ¿cómo ha visto la ciudad? ¿Es muy diferente a como la dejó?
–Han ido cambiando las cosas. Mis padres eran obreros, mi padre era bombero en el Ayuntamiento y mi madre, una mujer de casa. Yo nací en 1951, ese concepto y esa dinámica, es decir, la playa ha cambiado, los alrededores, las casas nuevas… Pero la esencia de Melilla no se ha perdido, sigue estando. Cuando vuelvo, no extraña absolutamente nada. La filosofía, la manera, el cielo, el mar, es algo que está ahí, que va contigo y que cuando vuelves simplemente, lo vuelves a juntar.
–¿Se siente orgulloso de ser melillense?
–Sí. Melilla es una ciudad, entre otras cosas, grande, histórica, maravillosa y no hay que olvidar que a través de Melilla o como punto de inflexión, forma parte de la historia de España de una manera total y absoluta. En el pasado, en la actualidad. Creo que ha marcado parte de la historia de España y eso no se puede olvidar. En estos momentos estoy escribiendo un libro sobre Luis de Oteyza que tengo que entregar a fin de mes y parte del discurrir de este gran periodista está en Melilla. Eso ha marcado incluso la forma de escribir, narrar e incluso de reportajear de algunos periodistas.
–El día 3 de septiembre recibirá el título de Melillense del Año. ¿Sabe ya qué ideas va a transmitir en su discurso?
–Todavía no lo tengo claro, pero iré por esta vía que acabo de indicar. Melilla me ha servido para comprender mejor el mundo y me ha servido para entender mucho mejor la historia de España. Me siento muy orgulloso de la ciudad en la que nací y de las diferentes culturas que hay en Melilla. Calculo que mi planteamiento irá por ahí.