Javier Ramírez, a sus 25 años, es la más joven promesa de la fotografía en Melilla. Cámara en mano se le ha podido ver en todas las procesiones de la última Semana Santa y sus perfiles en las redes sociales dan fe de la calidad de su trabajo. Estudió el Grado de Comunicación Audiovisual en Granada y recién acabada su carrera, formó parte del gabinete más cercano al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, donde ha permanecido por espacio de dos años. Ahora ha regresado a su ciudad, a la que echaba mucho de menos, y empieza a pensar en nuevos retos.
-¿El fotógrafo nace o se hace?
-Por supuesto, el fotógrafo se hace, como yo sigo aprendiendo fotografía a diario. Es cierto que el fotógrafo tiene que entrenar su visión propia, una mirada que haga contar una historia desde su prisma, desde su enfoque, y eso te lo dan muchas destrezas: la cultura visual, la madurez, los años en la profesión. Para mí es muy bonito ver fotos que hacía con 15-16 años, ver que en ese momento me parecían espectaculares y medirme con las fotos que hago ahora. No hay color, pero el proceso de aprendizaje ha sido apasionante, y sigue siéndolo.
-¿Es Melilla una ciudad propicia para la fotografía?
-Melilla es una ciudad muy fotogénica. Tenemos una luz especial, unos atardeceres espectaculares y una forma de vivir y disfrutar la ciudad perfecta para enmarcar cada momento en una foto. Melilla es una gran foto, y yo tengo la suerte de formar parte de ella.
-¿Qué tipo de foto le gusta más? ¿Por qué?
-Cuando empecé a hacer fotos me gustaban mucho los paisajes y la fotografía cofrade, y más tarde me dedicaría a la fotografía institucional. También he hecho bodas, bautizos, comuniones, sesiones. He hecho un poco de todo, es la mejor forma de saber qué es lo que más te gusta. En Málaga aprendí lo que era ser fotoperiodista, al estar rodeado a diario de compañeros de prensa que contaban historias a través de la cámara. Tal vez el fotoperiodismo es lo que más me ha gustado aprender en esta etapa, al ser una forma de contar la actualidad con una visión propia. Es cierto que en Málaga era fotógrafo institucional, pero durante la pandemia se me ocurrió publicar las fotos más personales en mis redes sociales a modo de diario, y ese trabajo más fotoperiodístico ha sido mi gran motivación.
-¿Hay que tener una sensibilidad especial para ser un buen fotógrafo?
-Hay que ser consciente de dónde estás, qué quieres contar y cómo contarlo de la forma más honesta posible. Ser cercano y empático con los que te rodean, y fundamental, buscar siempre ese punto de entusiasmo que te haga conectar con el momento. Esto sirve para la fotografía y creo que para cualquier trabajo en el mundo de la comunicación.
-¿Cuándo descubrió que lo que quería era dedicarse a la imagen?
-Desde pequeño siempre he tenido mucha inquietud por el mundo de la comunicación y la imagen. He crecido con la tele, y mis padres siempre cuentan que me entusiasmaba ver programas como El Grand Prix o Art Attack y luego recrear los platós de TV con juguetes que tenía por casa. También me encantaba ver Televisión Melilla, sobre todo el programa por antonomasia de nuestra Semana Santa, Cruz de Guía. Carlos Rubiales es un referente en lo personal y profesional, y tenerlo tan cerca me hizo crear un blog de Semana Santa y empezar así en el mundo de la comunicación desde los recursos que tenía por aquel entonces: internet y una cámara que me compraron mis abuelos. Y ahí empezó todo.
-¿La Semana Santa es fuente de inspiración para el fotógrafo? Le hemos visto todos los días con las procesiones…
-La Semana Santa es la forma más bonita de comenzar en el mundo fotográfico. Son días donde se respira mucho de los demás, donde ves pasar por sus ojos la pasión, muerte y resurrección de Cristo, pero también ves la historia de los melillenses que salen a la calle a arropar nuestra tradición. Como dije también en la presentación del cartel de este año, una de las mayores satisfacciones que he tenido como fotógrafo es ver a Dios en los ojos de los melillenses.
-¿Cómo es trabajar para alguien de la talla del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre?
-Una etapa de continuo aprendizaje. Del alcalde de Málaga se aprenden muchas cosas más allá del plano político. El trato personal, la cercanía, la empatía con todo su equipo, el servicio al bien común. Su visión de la política es fascinante, es un gran maestro al que escuchar en cada acto, es una lección de cómo saber llevar una ciudad a lo más alto desde la humildad y serenidad que lo caracteriza. Me quedo con el verano de 2020. Tras la primera ola de la pandemia, se recorrió (y yo cámara en mano), los barrios de la ciudad, preocupándose por cada una de las historias que había detrás de los malagueños a los que visitaba.
-¿Cuáles son sus próximos proyectos?
-Seguir formándome en comunicación. Me gustaría hacer algún máster en comunicación publicitaria, marketing o política. Sin dejar la fotografía de lado, aunque mi deseo es que me vuelva a entusiasmar desde la afición y no un trabajo diario, como he ejercido estos años.
-¿Se puede vivir de la fotografía ahora que con un móvil lo registramos todo?
-Siempre se necesitará a un profesional que haga fotos. La pena es que nuestros ojos cada día se van acostumbrando más a las fotos y estética que te da la calidad de un móvil. Eso es algo que se tiene que paliar apostando por profesionales y nunca conformarse con la calidad de un móvil.
-¿Se ve en el futuro presentando una exposición en Melilla?
-Me encantaría. Para eso queda mucho, las mejores fotografías son las que están por hacer.