Miles de melillenses siguieron especialmente la oscura procesión del silencio de la Soledad del Sagrado Corazón
Miles de melillenses salieron a la calle en la noche de Viernes Santo para arropar a las tres cofradías que realizaban estación de penitencia y que, tras un Jueves Santo esplendoroso pero marcado por la falta de portadores en algunas hermandades, gozaron de una noche calma y primaveral.
La Soledad, con su encierro pasada las dos de la madrugada, puso el broche de oro a unas procesiones de luto y dolor que, este año, también tuvieron que sortear la falta de hombres de trono que provoca el éxodo masivo durante los días festivos de Semana Santa.
Aún así, todos los pasos previstos han salido y tampoco se teme que haya problemas para que hoy pueda celebrarse con éxito la procesión del ‘Encuentro’, que a partir de la una del mediodía reunirá en la Plaza de España a Nuestra Señora María Santísima del Rocío y al Cristo Resucitado.
El tiempo, tan benévolo como el pasado año, ha contribuido asimismo a que nuestra Semana Santa no sufriera suspensiones ni imprevistos.
Falta de portadores
Los cofrades del Nazareno, el Humillado y la Soledad salieron el Viernes Santo para mantener viva una Semana Santa que sólo en la carencia de portadores ve peligrar su futuro.
La primera en hacerlo fue, como es habitual, Nuestra Señora de la Piedad, que tuvo suficientes hombres de trono pero que, no obstante, mostraba muchos menos nazarenos que en su procesión del Martes Santo.
Con la Virgen de la hermandad de la Castrense se iniciaba a partir de las diez de la noche un continuo desfile de imágenes, que en el realismo y peso histórico de la Cofradía de Melilla la Vieja alcanzaba toda su plenitud.
Después, ya al filo de la medianoche, la Avenida se vestía de luminarias para servir de única guía en la oscuridad habitual que acompaña a ‘La Señora de Melilla’, ‘La Sole’ o Nuestra Señora de la Soledad del Sagrado Corazón que, un año más también, arrastró tras de sí al mayor número de penitentes. De hecho, a su paso, la Avenida se convirtió en un río de lucecitas tintineantes con la complicidad de melillenses de todas las edades e incluso de diferentes confesiones religiosas.
Saetas y recogimiento
La multitud de saetas en homenaje a las distintas imágenes, el sentido recogimiento de la Virgen de la Soledad en su transitar a oscuras por las principales calles de Melilla, la devoción palpable que despierta esta Virgen y que se vuelve todo fervor cuando cruza el Callejón que lleva su nombre, pusieron, una vez más, un hermoso broche de oro a una Semana Santa que ya ha cubierto diez procesiones con un total de dieciséis pasos y que, hoy, con la procesión del Encuentro, se tornará toda fiesta para celebrar una estación de lo gloria conmemorativa de la Resurrección de Jesucristo.
Recta final
Así y con la procesión del Encuentro entramos hoy en la recta final de una conmemoración que merece, a priori, un balance más bueno que lo contrario. Y es que, nuevamente, hemos hecho gala con nuestras procesiones, y especialmente con el pregón al Humillado de Carlos Castañeda, de la multiculturalidad y eclecticismo que caracteriza a Melilla.
Nuevamente también, Melilla ha hecho de su patrimonio cofrade una exposición pública de su gran patrimonio eclesiástico, cargado de historia y referencias estrechamente unidas al propio devenir de la ciudad.
Un año más igualmente, se han sorteado todos los obstáculos para que nuestras procesiones fueran posibles. No obstante, la reflexión se impone para la Agrupación de Cofradías y las distintas Hermandades, a la vista de las circunstancias que a punto estuvieron de llevar al traste especialmente las procesión de la Cofradía de Batería Jota en la tarde noche del Jueves Santo.
Las guarderías:
El germen del futuro
Todas las Hermandades han incorporado ya a sus guarderías en sus pasos procesionales. Son los cofrades menores, los hijos de los hombres y mujeres de trono, de los nazarenos y mandos encargados del orden procesional que marchan con ellos y se suman a las estaciones de penitencia, poniendo un contrapunto de alegría y esperanza en una conmemoración que, en su penitencia, al final sólo encuentra como principal sentido la celebración cristiana de la Resurrección de Cristo.
Vestidos con las túnicas y capas de los tercios de los pasos a los que acompañan, las guarderías son el germen de futuro de unas cofradías que en Melilla sufren la merma de la población católica activa y el éxodo masivo que el puente festivo genera en muchos melillenses necesitados de varios días de asueto para poder salir de ocio fuera de la ciudad.
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