El Hotel Melilla Puerto acogió anoche el acto oficial de Januká. Más de un centenar de personas, entre las que se encontraban autoridades civiles y representantes de distintos colectivos, se congregaron en el hotel para celebrar esta festividad hebrea.
Este año Januká comenzó el pasado domingo 18 de diciembre y terminará la tarde del próximo lunes 26 de diciembre.
El acto comenzó con el encendido de velas de la janukía por parte de distintas autoridades civiles y representantes de colectivos y asociaciones.
La primera fue encendida por el presidente de la Ciudad, la delegada del Gobierno, el Comandante General y a su vez el cónsul general de España en Nador.
La segunda a cargo de la presidenta primera de la Ciudad, la consejera de Educación, Cultura, Festejos e Igualdad, la vicepresidenta primera de la Asamblea de Melilla y el portavoz del grupo parlamentario del Partido Popular.
La tercera a cargo de los representantes de las distintas confesiones de la ciudad. La cuarta iluminaria fue encendida por la mesa de la convivencia en Melilla.
La quinta fue iluminada por miembros de la comunidad educativa de la ciudad. La sexta fue encendida por las autoridades sociosanitarias.
La séptima iluminaría la encendieron los distintos representantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de Melilla. La octava por representantes culturales de la ciudad.
La novena y última fue prendida por Mordejay Guahnich, presidente de la Comunidad Hebrea, y dos jóvenes alumnos del colegio Liceo Sefardí de Melilla.
Posteriormente tuvieron lugar varias intervenciones. La primera de ellas fue la de Mordejay Guahnich, presidente de la Comunidad Hebrea, que agradeció la labor de la Consejería de Cultura y lamentó la ausencia del rabino en el acto. Dedicó sus palabras a explicar a los presentes el origen de Januká, una de las dos fiestas menores, que se remonta a miles de años atrás.
Tras él, fue el turno de Elena Fernández Treviño, consejera de Educación, Cultura, Festejos e Igualdad, quien ofreció un discurso para recordar cómo esta festividad, también conocida como la Fiesta de las Luces, simboliza la lucha de la luz contra la oscuridad.
Una metáfora que utilizó para explicar cómo la educación es parte de esa luz que alumbra el camino de la diversidad y que, por ello, hay que hacer todo lo posible por mantener siempre la luz encendida.
Finalmente el presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, ofreció la última intervención. A través de sus palabras recordó como Januká es una fiesta que siempre los reúne a todos allí para celebrar una velada agradable.
Asimismo, destacó como el pueblo judío fue capaz de recuperar la libertad y profesar su religión después de la opresión que sufrió. Un gesto que la ciudad celebra cada año.
Igualmente, remarcó que Januká coincide con las fiestas navideñas, lo que demuestra una vez más que en la ciudad siempre hay cabida para todos los credos y culturas. Siendo un claro ejemplo de la riqueza multicultural que reina en Melilla.
A su término, tuvo lugar una actuación musical por parte del grupo Luz de Sefarad que interpretó varios temas musicales para todos los presentes, entre ellos una nana en ladino, la lengua de los judíos sefardíes.
Para terminar los asistentes al acto pudieron disfrutar de una degustación de dulces típicos sefardíes.
Origen de la festividad
Januká es una fiesta no contemplada en las cinco fiestas mayores que vienen en la Torá, el libro sagrado del judaísmo. Su origen se remonta a cuando se produjo un intento de opresión por parte de los griegos helenistas al pueblo judío, intentando que no llevarán a cabo actividades propias de su cultura, como la circuncisión o la lectura de la Torá, por ejemplo.
Esta opresión condujo a varios grupos de rabinos escapasen con sus familias a la montaña. Durante estos momentos obligaban a los judios a hacer idolatría, que es uno de los pecados capitales que hay. Al ver que querían hacer un ritual pagano en el templo de Jerusalén, empezó una revuelta popular que llevó a que los judíos restaurasen el servicio en el templo de Jerusalén.
En estas fechas lo que realmente se conmemora es el gran milagro que ocurrió cuando se preparó la menorá para el encendido. Cuando iban a encenderla solo había una vasija de aceite puro. Se tardaba ocho días en recuperar el aceite porque se necesitaba con la primera gota del aceite de una oliva.
El milagro ocurrió cuando durante ocho días la menorá estuvo encendida con esa única vasija. Justo el tiempo necesario para producir el nuevo suministro de aceite. Esta opresión condujo a varios grupos de rabinos escapasen con sus familias a la montaña.
A partir de ahí, los rabinos estipularon que para las generaciones venideras y en recuerdo de este gran milagro judío, durante ocho días se encendieran luces para recordar este milagro y como forma de difundir lo sucedido aquel día.
Durante los días que dura la festividad, la familia sefardí se reúne a la luz de las velas contando historias, interactuando, merendando o cenando.
Como la mujer tuvo un papel predominante en este milagro, durante esta primera hora no lleva a cabo ni realiza ninguna actividad. Son los hombres quienes preparan el desayuno, la merienda o la cena. Los niños también cuentan con un papel importante porque durante estos días se les hacen regalos en casa de los padres, tíos y abuelos.
Januká se vive muy intensamente con eventos públicos, como el encendido, y privados para niños, jóvenes y adultos. Después de la pandemia, este año la fiesta se retoma con las puertas abiertas y vuelve a desarrollarse con normalidad.