Los cofrades convierten coches en carretas y uno pone un palio en el techo. Las familias cumplen con la tradición llevando a los más pequeños.
Encarnación, o como la llama todo el mundo, ‘La abuela’, no paró de trabajar el sábado. Caracoles, tortillas y otras delicias fueron su entretenimiento. Está regular con el reuma, pero los dolores de hueso no la pararon porque la Virgen del Rocío se merece este esfuerzo.
Todas las fiambreras que preparó ‘La abuela’ son para la romería que ayer emprendieron los romeros melillenses un año más. Los devotos de la Señora de la Cofradía del Cautivo se reunieron a las 6:00 horas para rezar juntos el rosario. Esta oración da inicio a un día muy largo, pero lleno de satisfacciones y de alegría.
De coche a carreta
El camino comienza en las puertas de Santa María Micaela. Para preparar el cuerpo, la Cofradía cuece un caldero enorme de chocolate y reparte churros. Antes, han sacado la carreta del Simpecado a la calle y han rezado con devoción, como los últimos tres días durante las celebración triduo.
Decenas de romeros andan por las inmediaciones terminando de decorar los coches o carretas y mientras pegan un bocado a los churritos y toman un sorbito de chocolate. Hay mucha originalidad en sus creaciones.
Los que no tienen un carro se inventan mil y una maneras de convertir sus coches en otros vehículos. Unos ponen a un caballo de cartón como si tirara del turismo y otros montan un palio con la imagen de la Virgen en el techo.
Un camino para toda la vida
La comitiva la encamina el Simpecado de la Cofradía. Detrás están todos los vehículos decorados con telas de lunares y farolillos.
El último es ‘El carro de las abuelas’. Ahí dentro va Encarnación. Explica a El Faro que cuando llegan a Rostrogordo todo el mundo la busca para pedirle una tapita de caracoles. Afirma que le salen muy ricos y ella siempre los prepara para esta fiesta.
Recuerda que hace unos años la romería atraía a mucha más gente. Salían el sábado por la tarde, tras la misa, y luego montaban tiendas de campaña para dormir en los pinares. Pero eso se acabó porque en lugar de ir familias para vivir la fe unidos, empezó a llenarse de gente que sólo quería juerga y armaba grandes escándalos.
Ahora sólo puede disfrutar de la romería un día al año y no se lo pierde nunca. Es una tradición acompañar al Simpecado, explica. Encarnación solo se saltó en una ocasión esta ‘peregrinación’. Un coche la empujó y al caer al suelo, se rompió la cadera. Esto la mantuvo en cama. No obstante, como los romeros no querían que se sintiera mal, le llevaron ellos a la Virgen a casa en forma de un cuadro con su imagen.
‘La abuela’ es una mujer cariñosa que enseña a los más jóvenes a amar a la Señora. No sólo hace una buena cazuela de caracoles para la romería. Ella es de las primeras en llegar a la caseta de la Feria que monta la Cofradía. Se sienta y comienza a pelar patatas para que los cofrades saquen dinero para pagar todas las actividades de esta hermandad.
En familia
El camino de esta romería es mucho más que una tradición para los fieles de la Virgen del Rocío. Es una muestra de fe, un día para convivir juntos en familia y con los amigos. Lo más duro es subir la cuesta de la calle México, pero con la música de las sevillanas y los bollitos preñados que se comieron los romeros en la parada del Mercado Central, no fue tan difícil andar esta parte de Melilla.
Entre los peregrinos hay personas como ‘La abuela’ y también niños muy pequeños. Las familias pretenden inculcarles el amor a la Señora para que de mayores sean ellos los que organicen esta romería. El camino acaba en Rostrogordo. Allí comienza la celebración en las sombras de los pinares.