Medio Ambiente firmará por primera vez un convenio de colaboración con Guelaya

La Consejería también prepara un proyecto de musealización del Aula de la Naturaleza en la Granja II, por valor de 176.649 euros. El consejero de Medio Ambiente, José Ángel Pérez Calabuig, adelantó ayer que en los próximos días se formalizará el primer convenio de colaboración con la organización Guelaya–Ecologistas en Acción para la promoción de las zonas LIC de Melilla, es decir, el barranco del río Nano y los acantilados de Aguadú.  
A través de este convenio, ambas entidades colocarán cartelería, instalarán un mirador y se establecerá un servicio de vigilancia y conservación en ambas zonas protegidas por la Unión Europea.

Proyecto de musealización
Por otra parte, el consejero presentó un proyecto valorado en 176.649 euros para la musealización del Aula de la Naturaleza, ubicada en la segunda fase de la Granja Agrícola.
Este proyecto contempla la instalación de paneles y fotografías informativas  de las especies autóctonas protegidas. Además, en las mismas instalaciones se habilitará un espacio para ubicar allí diversos ejemplares fósiles, donados por el empresario melillense Francisco Benítez, entre los que se encuentran restos de trilobites (un atepasado de los crustáceos).

Contestación a Equo
Pérez Calabuig aprovechó la comparecencia ante la prensa para contestar a los responsables de Equo sobre el estado de la techumbre del Aula de la Naturaleza que, según explicó, se voló a causa de los últimos temporales de viento sufridos. “El Ministerio de Medio Ambiente se ha hecho cargo de su renovación”, dijo.
La Consejería contactó con los responsables del Ministerio para reparar la techumbre, puesto que éste fue un proyecto del anterior Ejecutivo central del PSOE. Por tanto, Pérez Calabuig argumentó que tenía que ser el Ministerio el que se encargara de su reparación y no la Ciudad Autónoma.
El titular de Medio Ambiente en Melilla explicó que el hecho de que las cubiertas cedieran al viento no se debió a un fallo de la obra, sino que el entramado que la sujetaba se destensó con el paso del tiempo y por ello, cedió al viento. Pérez Calabuig insistió en que los anclajes pueden soportar una velocidad del viento de hasta 140 kilómetros por hora. Esta cifra nunca se ha alcanzado en Melilla, pero sí en los últimos temporales se ha llegado a registrar una velocidad del viento de casi 100 kilómetros por hora que unido a que los anclajes se habían destensado, produjo su caída.