El pasado sábado El Faro publicó una entrevista con la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, en la que ésta aseguró que “Melilla tiene un magnífico futuro de prosperidad y de desarrollo económico y social".
En esa entrevista, Moh desgranó lo que, en su opinión, son los logros del Gobierno socialista encabezado por Pedro Sánchez durante los últimos cinco años. Hablaba la delegada de los progresos en materia de educación, con nuevos centros, o en transporte, con el barco Rusadir. También señaló las ayudas del Ejecutivo para superar la crisis de precios provocada por la guerra de Ucrania o de “la mayor oferta de empleo público” en la historia.
A tenor de sus palabras, se podría deducir que la situación marcha miel sobre hojuelas en Melilla, así que El Faro quiso comprobar, el primer día del nuevo año, si esa percepción de Moh se corresponde con la realidad que palpan diariamente los ciudadanos.
La mayoría de las reivindicaciones de los melillenses, según queda claro ya desde hace tiempo y se pudo volver a comprobar este lunes, están en manos del Gobierno central, algo que no es raro si tenemos en cuenta que la capacidad de actuación de la Ciudad Autónoma está restringida por sus escasas competencias si se compara con las que posee una Comunidad Autónoma.
Para empezar, pese a esa oferta de empleo público, los ciudadanos piden trabajo. Concluido el mes de noviembre, la cifra de desempleados se situó en 8.729 personas, que, aunque suponía un descenso 648 personas respecto al mismo mes del año 2022 (-6,91%) y de 34 personas (-0,39%) ese mes, significa que la ciudad sigue acumulando una tasa de paro cercana al 20%, algo que es difícilmente asumible. Habrá que ver la cifra correspondiente a diciembre, que se publicará en los próximos días.
El problema de los médicos también figura entre las principales preocupaciones de los melillenses, quienes se muestran de acuerdo en que se mejore la sanidad tanto desde el punto de vista humano y técnico. Más médicos y que abran el Hospital Universitario, lo que la delegada garantizó que sucederá este año.
La frontera también es otra gran inquietud de los melillenses, muchos de los cuales ya están cansados de soportar largas colas y optan directamente por no salir a Marruecos para no perder el día entero.
Todo lo anterior repercute en que, desde hace ya varios años, las calles se ven faltas de gente, no como en la península, apuntan, donde todas las ciudades se ven rebosantes.
Así pues, el veredicto parece claro: perjudica la falta de trabajo y también el atasco en la frontera. Si se solucionan estos dos asuntos, y algunos otros quizás, cabe esperar que las calles vuelvan a llenarse de personas.