Más de mil personas se han congregado esta tarde en el Puerto Deportivo Noray para recibir a los Reyes Magos de Oriente. Una multitud de melillenses, compuesta por centenares de familias, esperan ilusionados la llegada de sus majestades a la ciudad.
El cielo se encontraba totalmente despejado, sin una nube que entorpeciese la luz del sol. Una alfombra roja estaba dispuesta a lo largo del puerto para recibir a sus majestades. Sin lugar a dudas, les esperaba una bienvenida por todo lo alto.
Entre las familias que esperaban, se respiraban los nervios y la ilusión. Sin hacer distinciones, las ganas de ver otra vez a los Reyes Magos eran iguales tanto en niños como mayores. Los padres, madres, tíos y abuelos se encontraban tan emocionados como los pequeños de la familia.
Puntual como un reloj, el barco que llevaba a los reyes ha atracado en el muelle a las 17:00 horas en punto. Melchor, Gaspar y Baltasar junto a sus pajes desembarcaron y fueron recibidos en primer lugar por algunas autoridades de la Ciudad.
Elena Fernández Treviño, Gloria Rojas, Sabrina Moh y Francisca Maeso recibieron a sus majestades con los brazos abiertos y con una cálida sonrisa repleta de ilusión, al igual que el resto de melillenses que les esperaban con ansias.
Cada uno de los magos de Oriente ha saludado a las autoridades y han intercambiado algunas palabras entre ellos, como Gloria Rojas, que le ha confesado a Melchor que este año se ha portado bien y el rey se ha alegrado enormemente.
Melchor ha sido el primero en acercarse a la multitud de familias melillenses que esperaban su llegada. Ilusionados por la presencia de los reyes, los pequeños pudieron abrazarlos y hacerse fotos con ellos. Esta vez, después de los dos años de pandemia, los niños y niñas pudieron volver a vivir este momento tan especial en todo su esplendor.
Los gritos crecían por momentos. Familias enteras llamaban a Melchor, Gaspar y Baltasar para que se acercarán y poder hablar con ellos. Y eso hicieron. Los magos se acercaron a cada niño que se encontraba en el puerto, los abrazaron con ternura, hablaron con ellos y les dieron caramelos. Los pequeños se quedaban encandilados con su presencia, sin poder creer lo que sus ojos veían.