El país vecino continúa con su política de arrinconamiento a Melilla. Tras el cierre de la aduana comercial, la poco respetuosa expansión del puerto de Nador y la más que probable prohibición definitiva al comercio atípico, Marruecos impide ahora la exportación de productos a empresas melillenses, aunque se hagan desde un punto de origen distinto a nuestra ciudad.
Se trata de una vuelta de tuerca más a la política de asfixia que Rabat lleva ejecutando tiempo sobre Melilla, cerrando así todos los canales comerciales entre las empresas de la ciudad y el país vecino. Las autoridades marroquíes han puesto las cartas sobre la mesa, no quieren que a Melilla ni a Ceuta les vaya bien y van a contribuir en todo lo necesario para matar la economía de ambas ciudades, sin importarles el bienestar de melillenses y ceutíes.
La actitud de Marruecos vuela por los aires décadas de una relación que, sin ser perfecta, no era tan abiertamente beligerante como ahora. Poco a poco, el país vecino va cerrando el cerco y deja a Melilla con menos opciones de desarrollo, ahogando a sus empresas y empobreciendo a los trabajadores de este lado de la frontera. La buena vecindad es imposible con un vecino que solo desea tu mal.
Ante esta situación, el Gobierno central debe tomar cartas en el asunto de forma urgente. No solo es que Marruecos se salte como le viene en gana las normas del comercio internacional, discriminando a las empresas melillenses, si no que este episodio está enmarcado en una escalada de ataques a nuestra economía que no puede seguir siendo ignorada. Es hora de que España protega sus intereses y sea firme y contundente en la defensa de melillenses y ceutíes.
que asco de país tercermundista, se creen que algún día sera suyo, eso no pasara JAMAS