El director general de la Administración de Aduanas de Marruecos, Nabil Lajdar, ha dicho en una entrevista que "las condiciones geográficas" de los pasos de Ceuta y Melilla no permiten instalar en ellos infraestructuras aduaneras. Durante buena parte de la jornada, los melillenses asistimos atónitos a un anuncio marroquí que acababa con cualquier expectativa comercial entre los dos lados de la frontera. Aún no habían pasado ni dos meses de la publicación de la Declaración conjunta acordada entre Pedro Sánchez y Mohamed VI el 7 de abril, que contempla en su punto número tres que "la plena normalización de la circulación de personas y de mercancías se restablecerá de manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo". Todo parecía indicar que Marruecos estaba dejando caer que donde el rey dijo digo, ahora dice Diego. Las declaraciones del director general de Aduanas de Marruecos, sin embargo, tuvieron vigencia por espacio de unas horas porque poco después se desdijo de sus propias palabras aludiendo a que habían sido malinterpretadas y sacadas de contexto en una entrevista. En definitiva, que sí hay posibilidad de que las aduanas comerciales de Melilla y Ceuta sean una realidad. Se hará cuando se adopte la decisión política entre los responsables ministeriales de los dos países. Para ser más claro aún, aseguró el director general que cuando esté concretada la orden política, él la ejecutará. Sinceramente, eso de las “condiciones geográficas” sonaba a excusa porque en Melilla hemos tenido aduana desde los años 50 hasta que el Gobierno marroquí la cerró en verano de 2018 de manera unilateral. Es cierto que luego hizo el amago de iniciar negociaciones con España, pero todos sabemos que aquello se quedó en un paripé. En el siglo XXI no tiene sentido abrir una frontera para permitir el tráfico de personas y vetar el de mercancías. Y menos si tenemos en cuenta que quien supuestamente no quería comerciar con nosotros es, como dicen los ministros de Exteriores y de Interior de España, un socio "estratégico" para nuestro país. Marruecos ha tenido que recular claramente en este asunto, de vital importancia para la economía melillense. Si no lo hubiera hecho, le estaría poniendo palos en las ruedas a Pedro Sánchez hasta que acabe la legislatura. Con la primera noticia, parecía que el presidente español había dado su apoyo a la autonomía marroquí sobre el Sáhara de espaldas al rey Felipe VI y al Parlamento a cambio únicamente de la reunificación familiar de las 10.000 personas residentes en Melilla que han cruzado como máximo la frontera desde que abrió. En cualquier caso, estas no son formas de relacionarse con un socio estratégico. No se puede estar diciendo una cosa y la contraria en el espacio de unas horas y menos en algo tan importante como son los acuerdos entre países.
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