El máximo dirigente de Prodein señaló que se trata de una práctica habitual y aunque no es legal, está poco vigilado.
La situación de muchos de los extranjeros que viven en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla es en muchas ocasiones complicadas. Pero la de los que están fuera, los que no consiguen entrar en el CETI, es aún peor. El máximo dirigente de la ONG Prodein, José Palazón, aseguró ayer, en declaraciones a El Faro, que es habitual que los internos del centro pasen comida a los que están fuera. Esta situación se repite también en el Centro de La Purísima, donde los Menores No Acompañados (MENA) que están dentro tratan de ayudar a los que viven en la calle, bien porque han cumplido la mayoría de edad o bien porque no hayan ingresado en el centro, aunque sean menores. “Ropa y comida es lo que pasan a los de fuera. Artículos para cubrir sus necesidades básicas”, aseguró Palazón, que indicó que aunque es una práctica que no está permitida, tampoco existe una vigilancia constante. “Al final es difícil decirle a alguien que no puede pasarle un bocadillo a un compañero que está fuera. Es sólo comida y los de fuera la necesitan”, indicó. Cuando cae la noche, a través de las vallas del CETI, los inmigrantes que están dentro se acercan a los barrotes, tratando de que nadie los vea, para darles a amigos o familiares parte de la comida que ese día les correspondía a ellos. En muchos casos, explicó el dirigente de Prodein, son familias que tienen algunos de sus miembros dentro y otros fuera. Entre los argelinos, señaló Palazón, es habitual que parte de la familia haya podido entrar en el CETI y otra parte no. Los que viven en la calle tratan de sobrevivir como pueden, residen en chabolas que ellos mismos construyen y se alimentan gracias a la ayuda de instituciones o de sus compañeros residentes, explicó. En el caso de los menores no acompañados la situación es similar. Los que están dentro facilitan ropa o comida a los que viven fuera. Pero además, también hay muchos menores de edad, según aseguró Palazón, que se acercan a las inmediaciones del CETI para conseguir comida. Según explicó el máximo responsable de Prodein, esta práctica es habitual desde hace años, y cualquier noche, en las inmediaciones del centro, puede verse a los inmigrantes pasando comida a través de las rejas. “Es algo que ocurre con total normalidad”, insistió. Palazón recalcó también, que se trata de una práctica “difícil de perseguir”, e indicó que aunque no es legal que se saque comida o ropa del centro a la calle, lo hacen por necesidad. La situación de los inmigrantes que llegan a Melilla, como la de los que llegan a cualquier punto de la península, es delicada y difícil. Desde las autoridades responsables del control de la entrada de extranjeros sin residencia legal, siempre se apunta que en la ciudad se intenta cubrir todas sus necesidades básicas, cuando entran en el CETI. Así, aunque para muchos de estos inmigrantes la estancia en el centro sea complicada por la falta de expectativas de futuro o el desconocimiento de cuánto se puede alargar su situación, lo cierto es que los que están dentro sí pueden comer todos los días y parece comprensible que intenten que los que por diferentes circunstancias no han podido entrar, también tengan alimento a diario. “No está permitido, pero tampoco se persigue”, señaló Palazón. El dirigente de Prodein explicó, así, que a veces la humanidad hace que resulte complicado impedir a un amigo o a un hermano, pasarle un bocadillo a su familiar que trata de sobrevivir en la calle, a la espera de un futuro mejor.