Jorge Albalat explica cómo se aterriza en la ciudad.
¿Por qué no pueden aterrizar los pilotos en Melilla cuándo hay nubes? Ésa es la pregunta que muchos viajeros llevan haciéndose desde el domingo. La respuesta es sencilla: No ven nada al llegar a la ciudad.
Jorge Albalat lleva trece años trabajando como piloto en la aerolínea Air Nostrum y una década conduciendo aviones hasta nuestra ciudad. Albalat explicó ayer, en declaraciones a El Faro, que cuando ellos llegan a Melilla tienen que realizar el aterrizaje en función de lo que pueden ver con sus propios ojos. Por ello, cuando (como está sucediendo desde el domingo) hay nubes bajas, éstas impiden la visibilidad y es imposible tomar tierra.
Albalat indicó que al llegar a nuestra ciudad él (o cualquier otro piloto de la aerolínea) tiene varias referencias: El monte Gurugú, los espigones del Puerto o el edificio del V Centenario. “Cuando vemos alguno de estos puntos sabemos que no tendremos ningún problema para llegar al aeropuerto”, señaló. Pero si esto no es posible, si el piloto llega a nuestra ciudad y no puede diferenciar ni éstos ni otros de los referentes, sabe que no podrá tomar tierra.
El problema es similar al que tiene el conductor de un vehículo en un día de niebla. Llega un momento en el que deja de tener ninguna referencia y no puede continuar el trayecto porque no sabe hacia donde va.
Además, Alabat señaló que cuando sopla el Levante, que es lo que provoca que se formen estas nubes bajas, se produce un efecto visual “muy peligroso”. “Para un piloto puede llegar a ser imposible distinguir el mar de la tierra”, aseguró el comandante. Y claro, si no sabe si lo que hay debajo es tierra o es agua, es “muy arriesgado” tratar de aterrizar.
Por todas estas razones y a pesar de los inconvenientes que pueda suponer que se tengan que cancelar decenas de vuelos que afectan a cientos de pasajeros, como ha sucedido esta semana, Alabat insistió en que lo más importante para cualquier piloto y para cualquier aerolínea es la seguridad de sus viajeros y si ésta no está garantizada no se puede volar.
En este sentido, el piloto explicó que hay un protocolo “muy exhaustivo” a la hora de aterrizar en Melilla. “Cuando estamos a una determinada altura (establecida normativamente) y a una distancia de tres millas náuticas de la ciudad tenemos que estar ya viendo una serie de referentes. Si no es así volvemos al aeropuerto de origen”, indicó Alabat. Es decir, aunque los ojos del piloto sean los que marquen el hecho de poder o no llegar a tomar tierra, la decisión que éste toma está marcada de forma estricta.
El piloto explicó que en otros aeropuertos con gran tráfico como Madrid, Londres o París existen sistemas mecánicos que hacen que la visión del piloto no sea tan determinante y que pueda aproximarse mucho más antes de decidir si puede aterrizar. En los más pequeños, como el de Melilla, son sus ojos los que marcan al final si los viajeros pueden o no llegar a su destino.