Las ‘estafas’ telefónicas son más frecuentes desde que comenzó la crisis.
Llama un número de una línea móvil. Lo coge por si es algo del trabajo o de algún familiar y al otro lado responde una voz amable y melosa. No es ningún conocido. Pregunta si está llamando a Melilla. Responde “sí”. Esta voz le asegura que le llama de Correos y que hay un paquete con una manta esperándole en la oficina más cercana. Extrañado le dice que es imposible que haya llegado un paquete a su nombre porque no esperaba ninguno e incluso le recrimina que un empleado de correos le diga el contenido de esta caja que supuestamente sólo debe conocer el remitente y el destinatario. La voz insiste en que es un regalo y que también se le adjunta un bono de unos 200 euros para una compra. Aún más sorprendido intenta averiguar de qué empresa se trata y cuanto más interroga a la voz, ésta más nerviosa se pone, hasta que acaba colgando.
Casi todo el mundo ha recibido esta llamada alguna vez o si no una muy parecida. Anuncia de que hay muchos regalos, que nos han escogido al azar y que no podemos perder esta gran oportunidad. Pero por mucho que insistan esta voces tan amables en que todo es gratis y regalado, no es cierto. Son un gancho para tener los datos de la persona con la que hablan y empezar a venderle productos de todo tipo, desde colchones a televisión por cable o robots de cocina. Son las llamadas que no regalan nada.
Otra de las versiones de este tipo de comerciales que no tienen en cuenta nunca las horas de descanso, pues incluso molestan en la siesta, es la que regalan viajes en avión con hotel para dos personas en territorio nacional. Está claro que si te ofrecen un billete de avión para salir de Melilla a cualquier ciudad es un gran regalo, pero la trampa viene justo después. Para que te aseguren este viaje y hotel es necesario que se le facilite a la empresa diez números de teléfono de gente de Melilla. No es nada ético. Pero al margen de si es correcto o no, el que recibe la llamada se pregunta qué empresa hace este tipo de regalos por contactos de melillenses. El comercial nunca dice el nombre de la empresa, no se identifica tampoco con su nombre y hace preguntas obvias, como ¿pero no le gusta viajar? ¿No le gustaría descansar un fin de semana en un hotel gratis? También es una llamada trampa. Pero siempre hay alguien a quien coge con la guardia baja y acaba dando sus datos y los de sus contactos, un gran error porque no existe ese premio.
No aceptar la oferta
La responsable de los programas de formación y educación en consumo de la Ciudad, María Dolores Angosto, aconseja a los melillenses que sean cautos con este tipo de llamadas de teléfono. Afirma que pueden llegar a ‘engatusar’ al cliente para que le dé sus datos y que acabe comprando el producto que venden a muy buen precio. “Si no pides nada, no tienes que aceptar ninguna oferta”, afirma Angosto.
La responsable del programa de consumo de la Ciudad destacó que una buena forma de saber si la llamada es un engaño es preguntar el nombre de la empresa. Este tipo de comerciales no suele dar detalles ni de donde llaman ni dónde está ubicado este comercio que tiene tan buenas ofertas. “Nadie da nada regalado”, resalta Angosto. Por ese motivo indica que hay que desconfiar de las personas que ofrecen mil y un descuentos sin concretar que tiene qué hacer el cliente para conseguirlo. “Lo que parece barato nos puede salir muy caro”, apunta Angosto.
No hay denuncias
En la Oficina de Consumo de Melilla no hay ninguna denuncia ni reclamación que tenga que ver con este tipo de llamadas, lo cual no quiere decir que no haya ‘afectados’.
¿Son un fraude las llamadas? Para catalogarlo así debe decirlo un juez, pero lo que está claro es que son una forma de ‘engañar’ al cliente, asevera Angosto.
La responsable de los programas de formación en consumo explica que en los tres últimos años, desde que comenzó la crisis económica, el número de fraudes se ha incrementado. Son muchas las empresas ‘fantasma’ que parecen que están inscritas en los registros mercantiles, que tienen páginas web y cuentan con una dirección postal. Sin embargo, cuando el cliente desea hacer una reclamación se encuentra con que la dirección es falsa o no existe tal empresa en ese domicilio.
No se puede devolver
De la misma forma ocurre con las llamadas en las que regalan mantas o viajes con hotel incluido en territorio nacional. Si intenta devolver la llamada, la teleoperadora indica que ese teléfono tiene restringidas las llamadas entrantes. Con lo cual, el cliente no tendría opción a echarse atrás en su compra o reclamar a la empresa. Esto supone una vulneración de los derechos del consumidor, señala Angosto.
Cuando se hacen compras por Internet o a distancia, el cliente tiene siete días para hacer la devolución, si lo desea. Da igual el motivo, desde que no le gusta el color del artículo a que no tiene el tamaño que esperaba o no funciona bien, el consumidor tiene derecho a devolverlo a la empresa. Pero no es posible si el negocio no está localizable, apunta Angosto.
Nos puede costar dinero
Y en cuanto al caso del supuesto trabajador de Correos que nos avisa de que el regalo ha llegado, la responsable de los programas de formación en consumo señala que posiblemente se pida al cliente el pago del transporte para poder llevarse este paquete a casa.
Angosto afirma que “nadie te puede obligar a coger algo que no has pedido”, así que siempre hay que rechazar este tipo de llamadas, porque “¿quién te garantiza que la empresa sea real? Un negocio serio no te hace regalos”.
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