El Congreso de los Diputados aprobó esta semana la tramitación de la ley de amnistía para los políticos catalanes que participaron más directamente en el procès y, como era previsible ante un asunto con un marcado carácter ideológico, las primeras reacciones no se han hecho esperar.
El PP advierte de que la UE está mirando “con lupa” lo que sucede en España y en Melilla, el secretario general del partido, Miguel Marín, acusa al PSOE de vender España a cambio de los siete votos que necesitaba de Junts para conservar la Presidencia del Gobierno. Marín incluso llegó a decir que, si quienes votaron a Pedro Sánchez el pasado 23 de julio hubieran sabido de sus planes, seguramente habrían elegido otra opción. Los populares dejan caer así, con este argumento, que las elecciones fueron una especie de fraude y acusan al presidente de mentir a sabiendas.
En Vox, mientras tanto, llevan tiempo recogiendo firmas para intentar parar la amnistía. Ya llevan unas 600 en la ciudad.
Las conversaciones de la calle también recogen este asunto. Todo ello, en definitiva, es una prueba más de que a Melilla le importa España a pesar de que, en algunas ocasiones, una buena parte de los ciudadanos se sientan desamparados por el Gobierno de turno, como sucede cuando, como ahora, no hay manera de que echen a andar un régimen de viajeros equitativo y la aduana comercial. Está claro que pocos españoles quieren tanto a su país como los melillenses.