Tras varios años sin poder recorrer las calles de la ciudad, la procesión de Nuestra Señora la Virgen de la Victoria ha efectuado su salida de la iglesia del Sagrado Corazón.
Lo hizo ayer en una estampa de absoluta belleza y recibida por un gentío de melillenses que esperaron para verla después de tanto tiempo. Antes de las 20.00 horas, la plaza Menéndez Pelayo ya se encontraba llena de gente esperando a que la parroquia abriera sus puertas.
El presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, junto a otros miembros del Gobierno, como Gloria Rojas, Sabrina Moh o Dunia Almansouri, se encontraban también allí para ver procesionar de nuevo a la patrona de la ciudad.
A lo largo de la calle López Moreno se dispusieron los regulares del Ejército. Mientras tanto la banda esperaba al otro lado de la calle junto al Sagrado Corazón. Todo estaba listo para acompañar a la Virgen en su recorrido.
A las 20.00 horas se abrieron las puertas de la iglesia y la Patrona salió de su interior ante la atenta mirada de sus feligreses. El vicario episcopal, Eduardo Resa, iba tras ella. La procesión dio comienzo entonces.
La gente se arremolinaba a lo largo de Héroes de España y así continuaban los centenares de personas que esperaban la llegada de la Virgen hasta la Plaza de España. Tras atravesar la plaza, continuó con su recorrido oficial por la avenida Juan Carlos I, Rey.
La vía principal del centro de la ciudad también estaba abarrotada de melillenses que habían salido de sus hogares durante la esta tarde de septiembre para ver procesionar a Nuestra Señora por las calles de Melilla.
Una imagen que no se veía en la ciudad desde hacía mucho tiempo, ya que debido a los dos años de pandemia y a las lluvias de 2019, la Patrona no pudo abandonar su santuario hasta este año. Por eso, los ojos de los feligreses que habían acudido a verla brillaban con ilusión.
Finalmente, la procesión terminó su recorrido al volver por la calle Castelar y luego por López Moreno para efectuar su entrada en el Sagrado Corazón a las 22.30 horas. Así los actos y los cultos en honor a la Virgen de la Victoria concluyeron con un broche de oro.