El violinista Mario Fernández fue el músico que destacó con la interpretación de varios solos.
La Orquesta Ciudad de Melilla ofreció ayer un concierto de música clásica basado en tres obras de Mozart. El público volvió ayer a llenar el patio de butacas del teatro Kursaal mostrando una vez más el apoyo que presta a esta entidad, cada día más valorada por los melillenses. Desde niños a personas mayores, todos disfrutaron de un concierto en el que el violinista principal de esta agrupación musical, Mario Fernández, destacó con varios solos.
Las piezas elegidas por la Orquesta para esta ocasión tenían como elemento principal el violín. Esta agrupación, desde que comenzó el año, está dando el papel protagonista de los conciertos que organiza a diferentes músicos de la entidad, con el objetivo de que el público los conozca y valore su profesionalidad como instrumentistas.
Fernández nació en la Habana, Cuba, en 1974, comenzando sus estudios musicales a los seis años en la especialidad de violín. Tras graduarse a los 23 años, su vida profesional le ha llevado a numerosas orquestas. Por ejemplo, ha sido integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, en la que había participado como refuerzo, ganándose posteriormente el puesto de ayuda del principal de los segundos violines, realizando más de 400 conciertos y giras por diferentes países, como Perú, Argentina, México, España, Portugal, Martinica, Guadalupe e Islas Caimán. También tuvo la oportunidad de trabajar con grandes solistas y directores de renombre internacional como Claudio Abbado, Cesária Évora, Silvio Rodríguez, Fito Páez, entre otros, interpretando gran variedad de géneros musicales.
En 2006 se traslada a España, residiendo actualmente en la ciudad, donde trabaja en la Asociación Banda, Orquesta Sinfónica y Coro Ciudad de Melilla, como concertino de la Orquesta Sinfónica, primer violín del cuarteto Ciudad de Melilla y profesor de la especialidad de violín de la escuela que pertenece a esta asociación.
El concierto de ayer contó con un número más reducido de músicos de lo habitual. Esto se debe a que cuando Mozart escribió estas obras las orquestas eran más pequeñas que las actuales.