La idea que persigue el Ministerio de Interior pasa por cambiar por completo la imagen de perímetro fronterizo a la que estamos acostumbrados. Para ello se pasó, primero, de cambiar las concertinas por los peines invertidos. Después llegaría la visualización de lo que será la valla más elevada y dotada con distintas partes de planchas metálicas, malla y, en la cúspide, un tubo a modo de rodillo.
De momento solo se ha colocado una muestra en la zona de la Hípical, como ejemplo de lo que se extrapolará a las distintas partes de la línea perimetral que separa Melilla de Marruecos. No es oro todo lo que reluce y hay tramos que no van a poder soportar una infraestructura de esta envergadura a no ser que se adopten medidas paliativas difíciles de encajar, un complicado trabajo de ingeniería.
El proyecto del nuevo vallado va cobrando poco a poco forma desde aquella ocasión en la que supimos, por vez primera, qué elementos iban a colocarse en la valla para vestirla como menos lesiva. Mientras, al otro lado, Marruecos trabaja en un enorme blindaje con financiación de Europa.
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