Editorial

En la más estricta soledad

  • El abogado asegura  que detrás de la muerte de Dina hay una negligencia médica

El marido de Dina, la joven melillense embarazada, que murió el pasado 12 de mayo tras ser dada de alta en el Comarcal, enterró ayer a su bebé en la más estricta soledad.

Le acompañaron su hermano, su abogado, José Ignacio Gavilán, y el enterrador del cementerio musulmán. Nadie más.

Era el sepelio de una niña prematura de seis meses, que consiguió respirar fuera del vientre de su madre muerta, pero que no logró sobrevivir a una supuesta negligencia médica cometida por una facultativa del Comarcal.

Eso, al menos, es lo que cree el abogado: que Dina, la madre de la bebé enterrada ayer, murió porque la ginecóloga que la atendió, no consultó su historial médico. La joven había sido diagnosticada de preeclampsia (hipertensión durante el embarazo, presencia de proteínas en la orina, edemas...).

El caso está en manos de la justicia. Igual que el de la madre de Marina, otra melillense que murió también en el Comarcal porque supuestamente le inyectaron contraste yodado y era alérgica al yodo. El médico tampoco consultó su historial clínico.

Si esto pasa en Melilla, que dependemos directamente del Ministerio de Sanidad, no queremos ni imaginar lo que sucede en otros puntos de España.

Los casos se repiten en el Comarcal y desde la Dirección territorial del Ingesa sólo se habla en clave de un aumento de médicos que no se nota y de que revisarán los protocolos de actuación en Urgencias. ¿Ahora? Esas pautas a seguir deberían estar revisadas desde hace años.

Un panadero puede equivocarse al hornear un bollo. Un carpintero puede fallar y dejar coja una silla. Son errores que un médico no se puede permitir porque en sus manos está la vida de las personas. Esa vida que no podrá disfrutar la pequeña enterrada ayer, bajo un sol de justicia.

Los melillenses necesitamos saber que se invierte en nuestro hospital, que nuestros facultativos no trabajan bajo la presión de la cola inmensa que les espera en las noches de guardia, que el Ingesa, además de cruzar datos para descubrir  pisos patera, tiene un control de calidad serio y eficiente.

En esta ciudad necesitamos un cambio de rumbo en política sanitaria. Ya no estamos hablando de casos aislados ni de excepciones. El Ingesa olvida que esto, por más que esté en África, es Europa.

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