El paseo marítimo de Melilla ha amanecido este 25 de diciembre bajo un cielo despejado y con una brisa suave que acompañaba a las familias, parejas y grupos de amigos que han decidido aprovechar la mañana para salir a pasear tras las celebraciones de Nochebuena.
La estampa era inconfundiblemente navideña: niños corriendo emocionados con sus nuevos juguetes, bicicletas recién estrenadas deslizándose por el carril y padres sonriendo mientras capturaban estos momentos en sus móviles. La magia de la Navidad ha estado presente en cada rincón, reflejada en las miradas llenas de alegría y en el bullicio de las conversaciones que llenaban el ambiente.
“Esta noche ha sido maravillosa”, cuenta Laura, madre de dos niños de 6 y 8 años que no dejaban de pedalear sus bicicletas nuevas. “Cenamos en casa con toda la familia, y los niños estaban impacientes por la llegada de Papá Noel". "En cuanto se despertaron, corrieron al árbol y sus caritas al abrir los regalos no tenían precio. Esta mañana hemos venido aquí para que puedan disfrutar de las bicicletas”, explica entre risas mientras trataba de seguir el ritmo de sus hijos. A su lado, su esposo añadía “es una tradición para nosotros venir al paseo marítimo el día de Navidad. Es como prolongar la alegría de la noche anterior”.
A unos metros, el pequeño Jaime, de apenas 5 años, sujetaba con fuerza un helicóptero teledirigido que intentaba hacer volar por primera vez. Su madre, Raquel, observaba con ternura. “Anoche cenamos en casa de los abuelos, como todos los años. Jaime estaba tan emocionado que apenas pudo dormir, nos ha dado una noche...", lamentaba la madre. "A primera hora ya estaba despierto buscando sus regalos bajo el árbol. Este helicóptero ha sido su favorito”, compartía la melillense. Mientras tanto, Jaime, concentrado en su juguete, exclamaba “¡Mira, ya vuela!”, provocando risas entre los paseantes cercanos.
El paseo marítimo no solo ha estado lleno de familias. Parejas y grupos de amigos también han aprovechado la oportunidad para disfrutar de un paseo navideño. Marta y Carlos, una pareja que lleva varios años celebrando la Navidad juntos, comentaban cómo habían pasado la Nochebuena.
“Este año hemos decidido hacerlo diferente". "Cenamos en un restaurante con vista al mar, algo más íntimo, y esta mañana hemos venido al paseo marítimo porque nos encanta el ambiente. Ver a los niños jugando y las familias reunidas nos llena de energía”, contaba Marta. Su pareja asentía y añadió: “La Navidad es una época para disfrutar y en Melilla tenemos la suerte de contar con lugares como este para hacerlo”.
Entre las risas y los juegos, también se podían escuchar historias que recordaban la importancia de la tradición navideña. Carmen, una mujer de 72 años que paseaba con sus nietos, reflexionaba sobre los cambios en las celebraciones a lo largo de los años. “Antes todo era más sencillo". "No había tantos regalos ni tantos adornos, pero la esencia era la misma, estar juntos. Anoche cené con mis hijos y mis nietos y aunque todo sea más moderno ahora, lo importante es el cariño, que la familia esté unida y que estemos sanos todos. Esta mañana hemos venido a disfrutar del sol y de los juguetes nuevos de los niños”, dice mientras su nieta muestra orgullosa una muñeca que, según ella, “es lo mejor que me ha traído Papá Noel”.
El ambiente navideño del paseo marítimo también era enriquecido por pequeños detalles que no pasaban desapercibidos. Las terrazas de los bares estaban llenas de gente tomando café o chocolate caliente mientras charlaban animadamente. A lo lejos, un grupo de niños jugaba al fútbol con un balón nuevo, mientras sus padres disfrutaban de la brisa marina sentados en los bancos.
Entre los paseantes también estaba Ahmed, un joven que se había unido a su grupo de amigos tras pasar Nochebuena en casa. “En mi familia no celebramos la Navidad, pero nos gusta aprovechar estos días para reunirnos y disfrutar del ambiente. Ver a los niños felices y la decoración de la ciudad nos pone a todos de buen humor”, comentaba mientras sus amigos le daban la razón. Uno de ellos decía “es un momento perfecto para compartir independientemente de las tradiciones”.
El sonido de una bicicleta con ruedines captó la atención de varios paseantes. Era Lucía, de 4 años, quien aprendía a pedalear por primera vez bajo la atenta mirada de sus abuelos. “Para nosotros, la Navidad es un momento especial porque podemos estar con nuestra nieta ya que vivimos en Málaga. Este año le hemos regalado esta bicicleta y verla aprender a usarla nos llena de alegría. Es un regalo para todos”, explicaban emocionados mientras Lucía les pedía que la empujasen una vez más.
Por otro lado, un grupo de adolescentes se ha reunido cerca de una de las terrazas para intercambiar regalos entre ellos. Clara, de 18 años, contaba que cada Navidad su grupo de amigos organiza un amigo invisible. “Es nuestra manera de celebrar la Navidad juntos". "Nos conocemos desde pequeños y seguimos manteniendo esta tradición”, dice mostrando un libro que acababa de recibir. Su amigo, Pedro, asentía y comentaba que “la Navidad no solo es familia, también es para pasarla con los amigos. Nos gusta venir aquí porque el paseo siempre tiene muy buen ambiente estos días”.
A mediodía, el paseo marítimo ha seguido lleno de vida. La luz del sol reflejándose en el mar, las risas de los niños y el murmullo de las conversaciones han creado una atmósfera que resumía perfectamente el espíritu de la Navidad en Melilla: unión, alegría y momentos compartidos. Para muchos, este día de Navidad era la continuación de una noche inolvidable, un recordatorio de que, más allá de los regalos, lo más valioso de estas fechas son las personas y los recuerdos que se crean juntos.
Algunos turistas que visitaban la ciudad se mostraban sorprendidos por la tranquilidad y belleza del lugar. “Hemos venido desde Granada a pasar las fiestas aquí, y estamos encantados con el ambiente tan acogedor de Melilla”, comentaba Antonio, que disfrutaba de un helado junto a su esposa y sus dos hijas pequeñas. Las niñas, emocionadas, señalaban al horizonte donde un barco se deslizaba lentamente por el mar.
La magia de la Navidad sigue presente, como un eco de risas y alegría que parece impregnar cada rincón del lugar. El paseo marítimo, una vez más, se ha convertido en una parte del corazón de la Navidad melillense, un espacio donde el tiempo se ha detenido para dar paso a los momentos que realmente importan.