GUARDIA Civil y Bomberos salvaron, probablemente, la vida de los cinco inmigrantes, uno de ellos menor, que fueron rescatados de entre ocho toneladas de chatarra de un camión que iba rumbo a la península. Tres de las personas auxiliadas presentaban graves síntomas de deshidratación e incluso uno de ellos fue hallado inconsciente. La rápida acción de los efectivos que participaron en la acción de rescate ha permitido que no tengamos que lamentar una verdadera tragedia.
La pandemia de coronavirus ha desplazado del foco informativo el drama de la inmigración pero hechos como el que comentamos lo devuelve al centro de la actualidad con toda su crudeza. Continúa habiendo miles de personas que no dudan en arriesgarse para llegar a Europa. Siguen saliendo de sus países, empujados por la miseria y las guerras, en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias.
Mientras se mantenga la actual desigualdad entre norte y sur, mientras los países desarrollados sigamos acumulando la mayor parte de la riqueza, aquellos que se sienten despojados seguirán intentando venir a nuestros países. No van a dejar de llamar a la puerta.
Sucesos como el de estos cinco inmigrantes, que han estado cerca de perder la vida, van a seguir ocurriendo y mientras no se tomen medidas globales y de calado la situación no va a mejorar. Desgraciadamente, ni Melilla ni España pueden acoger a todas las personas que necesitan una vida mejor y la ayuda al desarrollo de estos países es la única manera de frenar la tragedia que supone la inmigración para millones de personas.
Es necesario que la crisis sanitaria por el coronavirus no haga olvidar a nuestros políticos que hay cuestiones, como la inmigración, que siguen sin resolverse sobre la mesa y que necesitan ser abordadas sin más dilación.