Basa la imputación en que llevaba las sustancias escondidas en distintas dosis entre sus ropas.
Ayer quedó visto para sentencia el juicio contra el joven Hisad H., al que la fiscal acusa de venta de sustancias estupefacientes por portar 11 gramos entre hachís y pastillas de Tranquimazin que llevaba ocultas en distintas dosis entre sus ropas.
El 31 de agosto de 2014, durante las fiestas patronales, Hisad H. fue interrogado por dos agentes de la Policía Nacional, que sospecharon de su actitud cuando se encontraba con unos amigos en la feria.
Según la declaración del joven, quien no tiene antecedentes, los agentes le preguntaron: “¿Lleva algo que le compromete?”. Entonces, Hisad H. les dio una muestra de las sustancias que portaba, afirmando que eran “para consumo propio”.
El acusado afirmó ante la titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla que en el momento de la intervención de la Policía, él y sus compañeros “estaban de juerga” y que habían comprado las drogas “entre todos”.
Declaración de un agente
Uno de los dos policías que intervinieron aquel día testificó ayer en el juicio, mientras que el otro no lo hizo por encontrarse “de baja laboral”, según su compañero.
El testigo señaló que el acusado y sus amigos se encontraban “en un lateral de la feria”, en un lugar donde es habitual ver “personas consumiendo estupefacientes”. Y añadió que él y su compañero presenciaron “una venta” que ellos mismos abortaron.
De acuerdo con este agente, Hisad H. se encontraba junto a otro joven “que salió corriendo”. Al registrar al acusado, descubrieron que portaba “placas de hachís” en el dobladillo de su pantalón, mientras que las pastillas de Tranquimazin estaban “ocultas en sus zapatos”.
El testigo agregó que el joven llevaba encima “varios billetes de cinco euros” y algunos de 50 que tildó de “extraños”. Aparte, declaró que no había conocido con anterioridad a esta persona.
El abogado de la defensa preguntó al testigo por qué no persiguieron al otro joven que escapó corriendo, ya que eran dos agentes. El policía indicó: “Con tanta gente de por medio, preferimos coger a uno y no perseguir al otro”.
La fiscal proclamó en su alegato que “aunque no llegó a producirse una venta, es cierto que el acusado portaba droga para la venta y la distribución”, y basó su consideración en que la llevaba oculta entre sus ropas y repartida en dosis.
El letrado de la defensa solicitó una “sentencia absolutoria” a causa de no haber pruebas de que su cliente trafique. Aparte, subrayó que el agente había afirmado que no conocía al acusado, lo cual estima “raro” si realmente es un “delincuente habitual”.
Además, basó su defensa en la cantidad intervenida, 11 gramos, muy por debajo de los 40 fijados para que el consumo personal sea constitutivo de delito.
La fiscal solicitó un año de prisión para el inculpado y subrayó que la acusación no se basa en la cantidad de droga que portaba, sino en el “dolo” por “tener todo repartido y preparado para la venta”.