La zona de juegos infantiles lleva semanas sin recibir servicio de limpieza. Los jóvenes del barrio siguen reclamando que se les dé el empleo a ellos l “Pasan de nosotros”, protestan.
Son las 14:00 horas en el parque del Monte María Cristina. A la sombra de un techo cubierto con palés de madera, unos chavales matan el tiempo jugando al ping pong. Varios no llegan a los 15 años, aunque también los hay mayores de edad.
Bajo la mesa, se observan algunos desperdicios. Pero si la mirada recorre unos metros más, hacia la parte del parque que toca con el muro del centro penitenciario, la acumulación de basuras revela que el lugar lleva semanas sin la menor tarea de mantenimiento.
A finales de abril, los jóvenes del Monte protestaban porque la empresa concesionaria del servicio de limpieza no contrataba a gente del barrio para hacer ese trabajo. “A los que vinieron a trabajar les dijimos educadamente que se fueran”, recuerda Mohamed, uno de estos jóvenes. Así, durante unos días, él y otros vecinos se ocuparon de adecentar el parque.
Con esta medida pretendían llamar la atención de la Ciudad para que impulsara el empleo entre la juventud del barrio, donde la mayoría están en el paro. Sin embargo, esta presión no les está dando resultado.
El 1 de mayo, Día del Trabajador, en el Monte celebraron “el día del parado”. En una manifestación a la que acudió El Faro, los jóvenes colgaron de la valla del parque que da a la cárcel una serie de pancartas en las que reclamaban al Gobierno local que fomente el trabajo entre los vecinos. Un mes después, los mensajes siguen ahí.
Al ver que su trabajo gratuito como limpiadores no recibía el eco que esperaban, decidieron dejar de hacerlo. Según afirman, la empresa adjudicataria del servicio “ha devuelto la concesión al Ayuntamiento” y ahora la tiene otra.
Este periódico intentó contactar con ambas compañías para conocer su versión sobre lo que está ocurriendo en el parque del Monte María Cristina, pero ninguna de ellas respondió a las llamadas.
Una asociación de vecinos
Mohamed, su vecino Mimon y otros jóvenes consideraron entonces que para hacer oír su voz debían constituir una asociación de vecinos. Con esa intención acudieron hace un par de semanas a la Delegación del Gobierno. Sin embargo, la asociación aún no ha podido ser constituida como tal.
“Nos dan largas”, explica Mohamed. “Tenemos que esperar a que nos den el CIF”, añade Mimon. “Nos dicen que la persona que se ocupa de eso está de baja y nadie puede hacerlo en su lugar”, retoma la palabra Mohamed.
También recuerdan que se han reunido con el viceconsejero de Presidencia, Juan José Torreblanca, para informarle de la situación de la juventud del barrio. “Nos promete que nos llamará, pero nada. Estamos hartos de que nos mientan. Pasan de nosotros”, protestan.
Mientras, la basura se acumula en el parque que ellos sueñan con limpiar de forma remunerada algún día. “¿Por qué no nos dan el trabajo a los del barrio?”, insiste Mohamed. “Si esto sigue así, puede pasar que la gente se vuelva loca y la líe”, sentencia.
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