Editorial

Ir a más y sin dilaciones

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha destacado este lunes en el Congreso, que las pruebas piloto realizadas en las aduanas de Melilla y Ceuta el 27 de enero son un "hecho político" que está ahí.

Efectivamente, hablamos de un "hecho político" que si bien ha dejado descontento al empresariado, especialmente al de Melilla, cuya patronal CEME ha roto los puentes con la Delegación del Gobierno por lo que considera poco menos que un timo, viene a ser, en el fondo, el gesto de aceptación de Marruecos de que contrario a lo que dijo en septiembre de 2022 en una carta a la ONU, cuando nos llamó "presidio ocupado", sí existen fronteras terrestres con España y por esas fronteras terrestres ha transitado ya mercancía.

Albares también se refirió a dos temas de los que nunca hablamos pero que son importantes para esta ciudad. La reconstrucción de las relaciones bilaterales entre España y Marruecos se ha traducido en primer lugar en la reapertura de la frontera y en segundo lugar, en una bajada hasta límites desconocidos de la llegada de migrantes a Melilla.

De hecho, aquí desde la tragedia del 24 de junio de 2022 no se produce un salto masivo a la valla. O sea, que los beneficios en temas de presión migratoria son palpables, aunque nadie pudo jamás imaginar que la eficiencia de Marruecos iba a poner en riesgo los empleos que dependen directamente de la inmigración en la ciudad. No hay que olvidar, que el CETI, con capacidad para cerca de un millar de personas, cerró 2022 con solo 5 migrantes acogidos en Melilla.

Algo similar ha ocurrido en el centro La Purísima, que ha pasado de acoger 1.380 menores extranjeros no acompañados en 2019 a los 288 de enero de este año 2023.

A eso habría que añadir, según Albares, la desarticulación de seis redes vinculadas al terrorismo. En definitiva, la lectura que hace el ministro es interesante, aunque dista mucho de los tiempos a los que aspiramos en las ciudades autónomas.

La situación económica de Melilla no está para esperas. Desgraciadamente es una realidad, como también lo es que en Rabat este mismo lunes ha habido manifestaciones pidiendo libertad y contra el alza de los precios. No están mejor que nosotros. Por tanto, la frontera, lejos de separar, debería ayudar a mover dinero, personas y mercancías de un lado a otro. Cuando antes, mejor. Es bueno para España y es muy bueno también para Marruecos. Caminar en sentido contrario es una temeridad.

Es cierto que venimos de superar una crisis difícil. Hay una herida abierta tras la entrada de Brahim Ghali en España y la llegada masiva de migrantes a Ceuta que aún no ha cerrado del todo. Hay que trabajar, por tanto, para ir a más y sin dilaciones.

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