El Gobierno local va a ‘enterrar’ en los barrios del Industrial, Hipódromo y Victoria 3,6 millones de euros en forma de nuevas tuberías para la conducción de agua potable. Cuando las obras se hayan ejecutado, no habrá nada que inaugurar. El pavimento ocultará una importante partida del presupuesto de la Ciudad, una inversión que no por menos vistosa es menos necesaria. Pero acabará cayendo irremediablemente en el olvido porque de eso mismo se trata: evitar averías y roturas para que ningún vecino tenga que recordar cuántos años han transcurrido desde que se renovó esa infraestructura. Son inversiones difíciles de ‘vender’ porque a los pocos días de su finalización empiezan a pasar desapercibidas. Prevenir antes que lamentar puede ser el eslogan que las justifica.
Sin embargo, lo que resulta apropiado para las tuberías no lo es para el CETI. Ayer el delegado del Gobierno aseguró que no se prevé ninguna inversión para adaptar el centro a las cíclicos incrementos de residentes que se producen cada verano con la llegada del buen tiempo y la relajación de las autoridades marroquíes. El nivel de ocupación ha superado con holgura las 800 personas estos últimos días. Afortunadamente, la Delegación del Gobierno afirma, y los trabajadores del centro confirman, que ya no se dan los problemas de convivencia de hace unas semanas porque los inmigrantes más conflictivos han sido trasladados. Sin embargo, hay que recordar que la capacidad del CETI no llega a los 500 personas, que algunas zonas, como el comedor, han visto reducida su superficie para acoger a los últimos llegados y que por lo tanto el nivel de saturación es aún mayor en esos espacios.
Ojalá nunca haya que echar de menos las inversiones que hoy no ve oportunas la Delegación.