Mientras nuestros políticos se dedican a ‘sus cosas’, tirándose pullitas en los plenos y haciendo declaraciones sobre lo mal que lo hacen los ‘hunos’ y lo poco que hicieron los ‘hotros’, mientras el de ‘henmedio’ se marca un don Tancredo -quieto y mirando al tendido para que no le pille el toro- aquí seguimos los simples ciudadanos esperando que nos llueva el maná del cielo y a ver si se arreglan por sí solos y como por arte de magia los ‘problemillas’ que nos afectan. No me corrijan por las ‘h’ que sobran pues son una licencia ortográfica que he copiado del académico Pérez-Reverte y donde manda patrón…ya se sabe. El que no siga la prensa y televisiones locales o escuche las radios de nuestra ciudad no se enterará de nada que no sea lo relativo a la tragedia ocurrida al otro lado de la valla, al éxito de nuestro Gobierno por haber incluido a Ceuta y Melilla en el ‘paraguas’ de la OTAN aunque ya sabemos que no ha habido una declaración expresa – ni falta que hace- por mucho que se empeñen algunos políticos y sus medios afines en proclamarlo o lo mal que tratamos a los inmigrantes ilegales que tienen la suerte de saltar la valla y no son objeto de expulsión inmediata por donde vinieron -como está establecido en el Convenio de devolución de 1992 y en la Disposición adicional décima de la Ley de Extranjería, avalada por el Tribunal Constitucional- y, mientras tanto se cuestiona si se debe aplicar o no por la caritativas y nunca bien ponderadas ONG que viven de esto, se sigue sin dotar a las FCSE de los recursos humanos y materiales que demandan sus sindicatos ni se trae al FRONTEX. Para el que se quiera enterar de lo que ocurre en nuestra ciudad y, sobre todo, de lo que no se ha hecho ni se hace en solucionar algunos de los problemas que siguen enquistados y sin visos de solución -ni a corto ni a medio plazo- voy a incidir en algunos de ellos referidos al turismo, la apuesta estrella de nuestro futuro. Ya que los ‘hotros’ -según los ‘hunos’- no hicieron nada antes para fomentar el turismo salvo firmar contratos de publicidad con compañías aéreas, ahora, los ‘hunos’ le van a soltar -desde la CAM o desde el Gobierno central, aún por decidir pues no saben cómo hacerlo- la nada despreciable cifra de 1.200.000 euros a las tres compañías que operan los transportes marítimos y aéreos en Melilla. Lo que ‘hunos’ criticaron entonces a los ‘hotros’ es lo mismo que se proponen hacer y si te he visto no me acuerdo. Y no me parece mal del todo, pero con matices. Por ejemplo, habría que decirle a Air Nostrum -a la que, por cierto, la SEPI le ha inyectado 111 millones de euros- que esos 400.000 euros sirvan para poner una tarifa plana de 50 euros para los saltos con Melilla desde Málaga. Balearia, por su parte, ya está bien subvencionada con el mejor contrato marítimo de la historia y no debería percibir ayudas de la CAM. A la ‘Trasme’, todo lo contrario, ya que no percibe un euro del Estado y está manteniendo las líneas de Málaga y Almería ‘a pulmón’, lo cual deberíamos agradecer los melillenses. Mejor que se acuerde con el Gobierno las OSP con Málaga (más que posible ‘caladero’ de turistas) y con Madrid y se ponga límite al precio sobre el que perciben el 75% del Estado vía bonificación al residente. Sin precios baratos no hay turismo que vaya a venir por muchos bonos turísticos que se den o nos subvencionen hasta con el 100% a los residentes. El tema del aeropuerto ya hasta ‘huele’ mal. No se puede ampliar la pista hasta que a Marruecos le salga de las narices, dice el director del aeropuerto con otras palabras. Puedo entender que todo trámite administrativo tiene sus plazos -como Dios manda- pero la anunciada en noviembre de 2019 y no efectiva aún subida de categoría de 2C a 3C independientemente que se amplie la pista, que se apruebe e instale un nuevo sistema de aproximación, que se negocie -si es necesario, que no lo sé- el espacio aéreo del ‘amistoso’ país vecino para que puedan operar aparatos distintos a los ATR72, está perjudicando el necesario desarrollo del turismo. Y también al del chárter náutico por el que ha apostado el Puerto de Melilla con atractivas tarifas y gestiones comerciales junto a empresas locales y foráneas y apoyado por la CAM con la reciente modificación del tipo impositivo del IPSI. Sin ir más lejos, el ‘jet’ privado que traía a los pasajeros del yate ‘Life Saga’ para iniciar su viaje no pudo aterrizar en Melilla dada la actual categoría 2C del aeropuerto. Y ese tipo de turistas deja dinero en la ciudad y, sobre todo, nos da oportunidad de ser conocidos en ese exclusivo mercado al que nunca habíamos podido acceder. El estar fuera de la Unión Aduanera también aporta una ventaja a esta nueva actividad -que mira al norte- aunque algunos la desconozcan. El esfuerzo hecho por los ‘hunos’ -incluyendo en los PG de la CAM el dinero- y los ‘hotros’- con la idea y el Memorándum de Intenciones (MOU)- para construir un nuevo pantalán de grandes esloras que permitan la llegada del mayor operador de cruceros del mundo aún sigue pendiente de que saquen a licitación el estudio de los fondos marinos necesario para poder licitar el proyecto que permita posteriormente licitar la construcción del mismo. O sea, que no tenemos pantalán, ni se le espera después de casi tres años. De mejorar o regenerar las playas con la arena que se debería dragar en la zona donde iría el pantalán, aunque esté dotada de fondos -como otras tantas cosas sin que se haya movido un papel para ejecutarlas-, mejor nos seguimos olvidando por ahora ¿no? De ampliar la oferta hotelera, bien en el antiguo cargadero de mineral, bien en el antiguo Cuartel de Caballería, tampoco hay nada concreto que llevarnos a la boca más allá de los típicos dibujitos y videos. El promover el turismo de Convenciones y Eventos es buena idea, pero se debería enfocar de forma que el sector de hostelería se vea beneficiado por la llegada de los participantes y no vengan con el paquete negociado del todo incluido. También se debería conseguir mejorar el poco atractivo precio de los viajes del Imserso a nuestra ciudad. La tarifa para pasar cinco días en Melilla es de 266,81 euros mientras que ocho días en Canarias (con transporte incluido) cuesta solo 63,7 euros más. Ya me dirán ustedes donde prefieren ir nuestros mayores por mucho que les atraiga probar nuestros típicos cortadillos o los famosos montaditos de corvina. La apuesta por el turismo y los grandes eventos deportivos está muy bien, pero se debería potenciar el turismo cultural – pero no el de las cuatro, cinco o seis culturas- sino el de nuestro patrimonio modernista y el de Melilla la Vieja y sus históricos recintos, de la ruta de las sinagogas y las mezquitas, de nuestros museos -incluido el egipcio- o el atractivo de nuestra gastronomía cuando se vuelva a poder traer el pescado, los mariscos y verduras de forma regulada y con garantías sanitarias a través de la frontera terrestre. Todo ello, junto a nuestra hospitalidad, nuestras playas y nuestro clima son el mejor reclamo que podemos ofrecer. Todo ello requiere de un esfuerzo inversor en la mejor empresa especializada -no lo más barata- que diseñe no solo un logotipo o una mascota sino el ‘branding’ y una campaña de ‘marketing’ y comercialización de nuestras potencialidades turísticas. Teruel, con poco más que su ‘torico’, una torre mudéjar y su leyenda de los enamorados recibe más turistas que Melilla -y mira que está tan mal comunicado como nosotros, pero la campaña Teruel existe lo ha colocado en el mapa como destino turístico-. Gasten los ocho millones de euros anunciados el pasado jueves por la vicepresidenta responsable de Turismo en todo esto y no en ir a Fitur a firmar convenios que se pueden firmar en cualquier despacho de Melilla o de Madrid y con menor coste. Y repito: sin precios baratos no hay turismo que vaya a venir por muchos bonos que se den desde el Ayuntamiento. Otro día, hablaré de la sanidad y la educación que estando en manos del Gobierno central deberían ser un modelo de gestión pública, con una eficiencia y unas dotaciones de personal sanitario, docente y auxiliares y de medios materiales que están muy lejos de lo que nos merecemos por mucha burra que nos quieran vender desde las instituciones a las que compete su gestión.