Un conductor se dio ayer a la fuga tras atropellar a un ciclista en la intercepción de la plaza Comandante Benítez con la Avenida.
Según testigos presenciales, el conductor se llegó a bajar de su vehículo y al ver que la bici era vieja, insultó al ciclista y se marchó.
De esta forma demostró a todos los que le miraban incrédulos su total desprecio por el otro, al que consideró, vaya usted a saber por qué, inferior a él. Hizo así gala del incivismo que campa a sus anchas por esta ciudad.
De nada sirve que repitamos una y otra vez que Melilla es la autonomía con el tráfico más complicado que se haya visto en mucho tiempo. Ni en la Gran Vía de Madrid los conductores son tan agresivos ni los transeúntes tan irresponsables.
No paramos de sumar atropellos tras atropellos, accidentes tras accidentes... y no pasa nada. O sí, sí pasa. Los seguros han subido el precio este año en la ciudad.
¿Por qué tenemos que pagar justos por pecadores? Ésa puede que sea la pregunta del millón.
Desde la Dirección Provincial de Tráfico no hemos visto ninguna iniciativa que anime a conducir con cordura, respetando al otro y entendiendo que no vamos solos, que la calzada no es nuestra y que cualquier cosa que tengamos que hacer, por importante que sea, puede esperar.
Los excesos de velocidad, la circulación caótica, el famoso ‘rule’ y hasta los perseguidores nocturnos de chicas a las que acosar, colapsan el tráfico de una ciudad que se podría patear tranquilamente si no fuera por lo peligroso que esto puede llegar a ser a determinadas horas del día.
En diciembre tuvimos un atropello mortal. Ayer registramos otro y el próximo está por llegar.
Si queremos controlar el tráfico habrá que tomar medidas. Otros ayuntamientos ya han colocado cámaras en todos sus semáforos y la gente se queja, es verdad, del afán recaudatorio de la medida. Pero no nos equivoquemos, en el saco caen, casi siempre, los mismos: los que pisan el acelerador.
Melilla tiene que tomar medidas porque el problema se ha ido agravando y ahora te juegas literalmente la vida al cruzar por un paso de peatones señalizado y sin semáforo.
Esta semana El Faro se hacía eco de las quejas de los comerciantes de Ramírez de Arellano que protestan porque la Policía Local multa a los clientes que aparcan en la mediana de ese bulevar. La solución pasa por poner zona azul y que los aparcamientos roten, pero es deber de la Policía despejar la calle, de la misma manera que es su deber hacer más controles de velocidad para pararle los pies a los ‘fitipaldis’ que se creen que esto es una ciudad sin ley.
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