Fuentes del centro de La Purísima informaban esta semana a este diario sobre la escasez de personal de seguridad en la institución. Según valoraron, los efectivos que ahora mismo prestan servicio en la residencia no son suficientes para mantener la paz en el centro. Además, indicaron que las instalaciones sufren de notables defectos. Es el caso de la barrera de entrada, rota desde hace meses y por la que se cuelan vehículos sin identificar.
Los altercados que se producen en el centro vienen siendo tónica habitual, así que no se entiende esta falta de medios humanos y materiales en un recinto destinado a la atención de menores.
Tampoco es aceptable que los trabajadores de La Purísima teman por su integridad física y tengan que enfrentarse cada día a peleas y altercados de diferente índole.
La seguridad de los residentes y de los empleados del centro debe ser la prioridad de la Administración, sin ella no hay posibilidad de ofrecer un servicio aceptable a los niños ni de dar unas condiciones de trabajo dignas a los empleados.
Es necesario que exista una voluntad política real de atajar las deficiencias de gestión que sufre La Purísima e invertir lo necesario para que los trabajadores del centro pueden atender a los menores en un entorno donde la violencia haya sido desterrada.
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