Editorial

Hay que contener la subida de precios en Melilla

Una contracción económica importante en la ciudad nos puede dar el tiro de gracia. No estamos como en otras partes de España. Estamos peor porque partimos de una realidad ya deteriorada por la asfixia económica de Marruecos.

Hace una semana se desató en Melilla el bulo de que la bombona de butano iba a subir hasta los 25 euros y muchas personas corrieron a asegurarse provisiones. En ese momento, desde El Faro contactamos a una de las grandes empresas suministradoras en la ciudad y nos aseguraron que no estaba en sus planes encarecer el gas que utilizan muchas familias para cocinar, para los calentadores del baño o para las estufas en invierno.

Una semana después, la botella de butano de 12,5 kilos ha subido 73 céntimos: desde los 16,85 euros que costaba la semana pasada a los 17,58 que se pagaba por ella este miércoles.

No es una subida aislada. El pan cuesta 5 céntimos más  en algunos sitios desde noviembre, en otros, desde esta semana (ahora la barrita sale a 0,45 euros) y el aceite de girasol subió nada más empezar la guerra de Ucrania de 1,70 a 1,90 en algunos supermercados de la ciudad. Poco, comparado con la garrafa de 5 litros que anda ya por encima de los 12 euros.

Sumémosle el precio del combustible, que empezó el año en Melilla a 1,18 euros el litro de gasolina 95 sin plomo y ya supera los 1,43 euros.

En febrero pasado los precios subieron en nuestra ciudad un 7,8%. Es un dato superior a la media nacional (7,6%) y una cifra récord en los últimos 36 años. Pero sobre todo, son números que están muy por encima de la media del entorno europeo, donde la inflación se situó en apenas el 5,8%.

La espiral inflacionista se ha disparado en España y aunque el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha prometido una bajada de impuestos que beneficiará a los sectores más afectados por la subida del precio de los carburantes, las medidas pueden tardar quince días en anunciarse y dos semanas son mucho tiempo en economías de guerra.

Con la frontera cerrada, todo lo que llega a Melilla lo hace por vía aérea o marítima. Dependemos de la península y si del otro lado los agricultores, los pescadores y los camioneros dicen que no les merece la pena faenar, aquí lo vamos a notar como en ningún sitio.

Antes de la guerra de Ucrania ya habíamos visto cómo se disparaban los precios de frutas y verduras. Ahora es una locura. Por eso es importante que el Gobierno entienda que urge taponar la herida. Una contracción económica importante en Melilla, nos puede dar el tiro de gracia. No estamos como en otras partes de España. Estamos peor porque partimos de una realidad ya deteriorada por la asfixia económica de Marruecos.

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