Tras varios sucesos relevantes que han tenido lugar en Melilla durante estas últimas semanas, como el vertido ilegal de neumáticos en diferentes zonas de la periferia de la ciudad, la caída del árbol del Tesorillo que casi acaba con la vida de una melillense o el Plan Estratégico de Medio Ambiente 2020-2029, El Faro ha querido entrevistar a los coordinadores actuales de la Asociación Guelaya Ecologistas en Acción, Rosa González y Manuel Tapia, para tratar todos estos asuntos, entre otros.
El consumo de agua en nuestra ciudad es inasumible, 400 litros por persona y día. La media nacional está en 136. Este hecho lo denunciamos al anterior consejero de medio ambiente, que no se lo creía, hoy lo admite todo el mundo.
Si nos preguntamos a qué se debe solo encontramos dos posibles causas, las pérdidas en la red de tuberías sería una de ellas, pero si comparamos el volumen de agua que se mete en la red a diario y el que llega a la depuradora, podemos saber si las pérdidas son tan enormes como para llevarnos a esas cifras de consumo, y no lo son.
La otra posibilidad es que la población de Melilla sea mucho mayor que la que se estima. Creemos que Melilla puede tener una población no contabilizada de hasta 40.000 personas. Esto, junto con las pérdidas y algunos malos usos nos darían el consumo desorbitado.
El problema de los neumáticos tiene en estos instantes un alcance mundial, y demuestra las grandes carencias del llamado primer mundo en cuanto a la gestión de los residuos. Cada poco tiempo llegan imágenes de montañas gigantescas de neumáticos ardiendo por motivos poco claros en algún lugar del mundo (hace unos años pasó en España).
En Melilla estos neumáticos ponen en relieve dos grandes problemas de la ciudad, el incivismo de algunos de sus ciudadanos, que no les preocupa que sus acciones afecten al resto de melillenses, y la poca eficacia y el desinterés de la administración local por solucionar el problema de los vertidos ilegales, siendo como es uno de los problemas más graves en la actualidad.
Al parecer los que han llenado de neumáticos en los arroyos y barrancos de toda la periferia de Melilla se quejan del precio que tienen que pagar por su recogida, algo que no es óbice para verterlos de forma ilegal, y la administración tiene que mover ficha, tanto para pillar a los infractores como para mejorar y si es necesario abaratar la recogida de neumáticos usados.
Esto se puede trasladar a otros vertidos como los de escombros, que se producen en ocasiones muy cerca de viviendas y de forma masiva. No hay ninguna duda de que estas acciones deben ser castigadas como merecen, pero también subyacen otras causas de estos vertidos que hay que solucionar, como el precio y las dificultades para cumplir con las exigencias de la administración a la hora de llevarlos al lugar correcto.
Un binomio, el del incivismo y la ineficiencia para evitarlo, que deja imágenes de Melilla verdaderamente tercermundistas, y pueden llevarnos a episodios de insalubridad si no se actúa como es debido.
El Plan Estratégico tiene unos objetivos ambientales que parece que los hubiera dictado Guelaya, pero que se enfrentan con la cruda realidad: se aprueba una cosa y se hace otra totalmente contraria, por ejemplo se dice que hay realizar acciones para mitigar el cambio climático, para aumentar los espacios verdes, favorecer especies autóctonas, para superponer la función ecológica del arbolado a cualquier otra y nos encontramos con que todavía se hacen podas excesivas que nos quitan defensa frente al calor.
Se gastan una millonada en traer árboles que son originarios de otro continente, se quitan árboles de gran porte para poder construir edificios con balconadas de enorme anchura o se hacen proyectos como el del paseo de Aizpuru en el que pretendían hacer una carretera por mitad del bulevar, que no se hizo gracias a la presión que se ejerció desde la ciudadanía, que acudió decidida a las concentraciones que convocó Guelaya.
En el río de Oro se está llevando a cabo un proceso de renaturalización que Guelaya presentó en la ciudad hace varios años y fue rechazado. Después lo llevamos al ministerio de medio ambiente y se aprobó, y por eso hoy en día está financiado por el Ministerio de Transición Ecológica.
Es una obra que trata de volver a su estado natural la parte del río que va desde su entrada en Melilla hasta que empieza la parte cementada. Se han limpiado basuras y se han puesto más de 10.000 plantas autóctonas.
Hemos pedido ayuda a la Consejería de Medio Ambiente para que colabore en este proyecto estableciendo vigilancia para evitar los vertidos de basuras, pero no parece interesarles el tema.
El río de Oro debería ser el eje verde vertebrador de Melilla, debería ser la mejor escuela de medio ambiente, pero la ciudad le da la espalda y solo se acuerda de él para llenarlo de cemento y poner una fuente de colores en su desembocadura.
Las conclusiones del informe encargado por la ciudad apuntan a la rotura de las raíces causada por las obras como el motivo de la caída del árbol de Daoiz y Velarde. Creemos que esto debe ser un punto de inflexión que cambie la política de gestión del arbolado de toda la ciudad, y se apruebe de una vez un reglamento del arbolado que proteja de forma eficiente a nuestros árboles de las muchas agresiones que reciben y de las amenazas de nuevas obras que no los tienen en cuenta cuando se realiza el proyecto.
Estos árboles son vitales para la ciudadanía en una coyuntura como la actual de cambio climático en el que este arbolado juega un papel fundamental a la hora de protegernos del sol, de la contaminación y del aumento de temperaturas.
En el caso de Daoiz y Velarde el informe concluye que es necesario cambiar el proyecto para salvar los eucaliptos que quedan, y esa ha sido nuestra recomendación en la reunión que ha mantenido el consejero con representantes de las organizaciones ecologistas y los partidos.
Recomendamos que toda la zona de la plaza Daoiz y Velarde se haga peatonal para garantizar la seguridad, pero también la salud y el bienestar de las personas que la usan y de los árboles que crecen allí.
En primer lugar, exigir que la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) se implante en Melilla cumpliendo la normativa de restringir el acceso de vehículos y que la plaza de España forme parte de ella.
Además, exigir que se desarrollen las normativas que ya deberían estar aprobadas: Plan de gestión del arbolado, catálogo de árboles singulares, Modelo de arbolado de la ciudad.
Exigir que se ponga en marcha la recogida selectiva de basura orgánica, que ya debería estar funcionando.
Exigir que se promueva de versad la instalación de fotovoltaica y que se de ejemplo llenando de placas los edificios públicos.
Asimismo, lucharemos para que no quiten los árboles del cuartel de caballería, como se proyectó hacer, ni se construyan allí edificios de diéciseis plantas como vienen en su proyecto.
Y, por último, por supuesto, ni ampliación de puerto ni aeropuerto en mitad del mar. Si quieren obras sin sentido que busquen financiación privada, a ver si la encuentran.
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