La presión en el puerto de Melilla aumenta después de que un total de 1.015 personas hayan entrado en la zona de seguridad de este con el objetivo de llegar a la península. En una nota de prensa, la Guardia Civil explicó que algunas de esas personas logran acceder a la zona de seguridad a nado y otras por distintos procedimientos terrestres, por ejemplo, aprovechando la aminoración de la velocidad de los vehículos en las inmediaciones del puerto, con ocasión de los “dormilones” o resaltes de la vía, introduciéndose en sus bajos o en lo alto. Otras se localizan ya ocultas en los dobles fondos de vehículos y plataformas, entre cartonaje, cisternas con cenizas y otros lugares muy peligrosos para su integridad física.
Una de las últimas actuaciones de la Benemérita orientadas a la localización de estas personas tuvo lugar en la mañana del pasado viernes, ya que detectaron en el registro visual realizado sobre dos bateas, un total de 19 personas ocultas en distintos lugares.
Después de realizar ese primer registro, se procedió al segundo registro de una de las bateas, contando con el apoyo técnico del detector de latidos del corazón, que por dos veces dio indicios de persona oculta en algún lugar, lo que conllevó a un exhaustivo registro, en aras a salvaguardar la integridad física de la persona que allí pudiera haberse ocultado.
El reconocimiento visual completo resultó negativo, hasta que un detalle de interés policial conllevó a la localización de un doble fondo, bajo las transmisiones del vehículo, que había sido tapado desde el exterior con una pieza de plástico duro, del mismo color que el entorno, lo que impedía ver la manipulación realizada, localizándose en su interior a una persona oculta, que fue auxiliada a salir. Ese lugar constituía un riesgo cierto para la integridad física de esa persona, tanto por la proximidad de las transmisiones, gases y dificultad de aire y completamente opaco, en una travesía que dura más de seis horas.
Explican que el servicio que realiza la Guardia Civil en el puerto de Melilla a diario, velando por la seguridad de las instalaciones y de las personas que de forma irregular acceden a su zona de seguridad, es una labor ardua y continua, que tiene como objetivo velar por la seguridad integral del puerto y de las personas que ponen en riesgo su vida o integridad física, con el fin de introducirse como polizones en los buques que nos unen con la península.