La ministra de Sanidad, Mónica García, cumplió estrictamente ayer el papel que se esperaba de ella al ser interpelada con respecto al desarrollo del Real Decreto que establece como zonas de "difícil cobertura" las ciudades de Ceuta y Melilla. Es decir, hay más médicos que nunca, se han gastado 45 millones de euros más en personal que hace diez años, que tenemos un 20% más de facultativos, un 27% extra en el caso del personal sanitario no médico y que en sanidad se han empleado 100 millones.
Claro que también dijo que los de Ceuta y Melilla son los médicos mejor pagados de España y que las cosas funcionan bien, aunque en un ataque de humildad reconoció que “a pesar de estos avances, no nos conformamos: seguimos trabajando sin descanso en el diseño de nuevas mejoras”.
Ella dirá lo que considere conveniente, faltaría más, pero no engaña a los usuarios del servicio en las dos ciudades autónomas. Diga lo que diga no es ni mínimamente normal que no haya otorrino en Melilla, que se tarde meses en conseguir un cita con el digestivo o más de un año para intervenciones tan habituales como es extirpar una vesícula. ¿Dónde está el avance con respecto a hace una década?
Lo quiera o no, la situación es cuanto menos preocupante. Si no, que le pregunte a esos padres que van al Centro de Salud que les corresponde y resulta que no hay un pediatra que pueda pasar consulta a su hijo. ¿Sabe eso la ministra? ¿Se lo habrá comunicado la gente de su gabinete que, según afirma García, ha venido ya tantas veces para ver cómo va todo?
La sanidad pública melillense necesita atención, mucha atención, y no parece que se estén dando las condiciones para que eso sea así. Afirma la ministra que hay 31 millones para desarrollar el concepto de "difícil cobertura" en tres años. Pues que diga dónde está el dinero porque, que se sepa en estos momentos, no se conoce ni un solo incentivo con cargo a ese presupuesto para que los especialistas quieran desplazarse a la ciudad. Al menos, no consta aliciente alguno de carácter económico, según ha afirmado públicamente en más de una ocasión el Colegio Oficial de Médicos.
Mónica García no puede engañar a los usuarios del sistema diciendo que las cosas van mejor que hace diez años porque, sencillamente, eso no es así. Puede quedarle muy bien en un discurso allí en el Senado para responder a la contundencia de la senadora Isabel Moreno, autora de la interpelación, pero aquí en Melilla no cuela porque son estos ciudadanos los que padecen las deficiencias de los servicios.
Igual es que a la titular de Sanidad le parece normal que haya un único oncólogo para más de 80.000 habitantes cuando llegan las vacaciones. Desconocemos su criterio a la hora de valorar lo que quiere decir con que las cosas están mejor pero desde luego ese dato, por sí solo, ya pone de manifiesto que el funcionamiento y la gestión de Ingesa deja mucho que desear.
Dice García que va a venir a Melilla, aunque ya lo han hecho la directora general del Ingesa y los miembros de su gabinete. Claro que viajará a la ciudad, por supuesto: lo hará para colgarse la medalla en la inauguración del nuevo hospital, que no para conocer de cerca los problemas de atención sanitaria de los melillenses.
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