El presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, se reunió ayer con los representantes de los vecinos del Barrio Real. Un encuentro provocado por el anunció, el pasado viernes, del posible traslado a la zona de los contagiados por coronavirus del CETI y de los contactos estrechos de los infectados. Una decisión que tras anunciarse fue recibida con temor y escepticismo por parte de los residentes del barrio. No en vano, aún tienen en la memoria los problemas que causó el traslado de inmigrantes al Lázaro Fernández durante el estado de alarma y las molestias que aquella decisión generó a los vecinos.
Ahora, la coyuntura que hay en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, masificado y con 25 contagiados y unos 350 contactos estrechos, es de tal riesgo que no puede ser obviada. Casi 2.000 personas residen en la instalación, y si no se toman medidas para detener la expansión del virus, nos podemos encontrar con una situación muy peligrosa. Por eso, es necesario separar a los residentes. No es un opción dejar las cosas como están, por el bien de la salud de todos. Una explosión de contagios en el CETI acarrearía la saturación de nuestro sistema sanitario y eso es algo que no podemos afrontar.
La inquietud de los vecinos es entendible, además se trata de una de las zonas más pobladas de la ciudad, por lo que el Gobierno local debe tomar todas precauciones para que la situación esté controlada. Hace falta el esfuerzo de todos para enfrentar un momento excepcional que requiere de medidas excepcionales y por eso mimo también debe ser excepcional la seguridad que se brinde a los vecinos del barrio.