La fiesta del cordero

Me voy a meter en un berenjenal, pero creo que a veces nos hace falta pisar charcos para recordar a los desmemoriados que tenemos problemas y urge darles solución. Uno de ellos es el Aid El Kebir, que lleva años en el ojo del huracán a cuenta de la prohibición de entrada de corderos marroquíes a Melilla por la famosa fiebre aftosa declarada en Marruecos sin consecuencias graves hasta la fecha.

Si bien el consejero Mohamed Mohamed Mohand anunció el domingo pasado que este año habría fiesta del borrego pese a la pandemia, ahora sabemos que estudios veterinarios aportados por técnicos de Melilla y Ceuta desaconsejan su celebración apelando a motivos sanitarios.

Tengo que reconocer que me sorprendió el anuncio de Moha de que sigue en pie el Aid El Kebir en Melilla cuando en el resto de pueblos de España desde Galicia hasta Almería todos los ayuntamientos han suspendido sus fiestas patronales. No por capricho sino porque las autoridades sanitarias no ven con buenos ojos las concentraciones de más de 200 personas. Y, como sabéis, la salud es lo primero.

Moha arma su relato defendiendo que el Aid el Kebir es una fiesta familiar que no se celebra en la calle. Le faltó aclarar un pequeño detalle: “de día”. Si algo caracteriza esta celebración es la alegría que invade la ciudad por las noches, cuando al caer sol, los musulmanes rompen el ayuno con sus vecinos y familiares. Es una fiesta muy generosa y creo que aquí la disfrutamos todos porque cuando llega la Pascua grande, nuestra Melilla sabe a harira y huele a pinchitos.

Pero estamos en una ‘nueva normalidad’ y es evidente que el contacto cara a cara puede tener consecuencias. No me parece bien que juguemos a ser populistas y prometamos que habrá Aid El Kebir si no lo tenemos 100% seguro. No hay que olvidar que esta fiesta representa un serio desembolso de dinero para las familias que, entre otros gastos, estrenan ropa con motivo del tradicional rezo multitudinario en Cabrerizas y aumentan sus gastos en alimentación.

Yo, como muchos melillenses, no soy partidaria de suspender la fiesta, pero sí de limitar determinados actos. Hay quienes creen que no es conveniente montar las carpas en el matadero. Es una pena, la verdad, porque las familias que han probado las bondades del sacrificio del borrego por cuenta ajena, seguro querrían repetir. Pero tenemos que adaptarnos a las circunstancias, aunque no entiendo muy bien qué hay de malo en que los animales sean sacrificados siguiendo un riguroso protocolo sanitario. Creo que es mejor así, que apostar por la tradición del matarife casero.

Confieso que me alegra, por una parte, que la frontera esté cerrada y que, necesariamente, tengamos que celebrar la fiesta sacrificando ‘manolos’. Es bueno para nuestro país porque ayudará a las empresas exportadoras de borregos españoles a coger un poco de aire después de tres meses de parón obligatorio.

Pero por otra, entiendo que gran parte de los musulmanes de esta ciudad prefieran consumir el borrego de Marruecos, casi siempre más barato y con un sabor peculiar que no es ni mejor ni peor que el español: es con el que han crecido varias generaciones de esta ciudad. A todos nos gustan las lentejas de nuestra madre. Pueden ser mejores o peores, pero son las nuestras. Saben a casa.

Creo que Moha se precipitó al avanzar que habrá Aid el Kebir. Está claro que le enganchó la coletilla de “a día de hoy no veo motivos para suspenderlo”, pero la gente no se queda con ese detalle sino con la promesa de que habrá celebración.

Ni que decir tenemos que si hubiera un rebrote de Covid-19 por este motivo, a Moha le faltará ciudad para esconderse. Pero ya sabemos que todas las decisiones tienen sus consecuencias.

Los que nos sentimos cómodos viviendo entre la diversidad cultural de esta ciudad queremos Aid El Kebir, pero lo queremos con todas las garantías sanitarias. No hace falta que nadie nos explique que ahora hay que ser prudentes porque cada paso en falso, se paga. En el peor de los casos porque hay vidas en juego. Pero también porque nos jugamos la recuperación económica. Otro confinamiento; otro parón generalizado nos puede hundir en la miseria más absoluta. De eso es de lo que estamos hablando.

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