La Audiencia Nacional juzga pasado mañana a un presunto yihadista, nacido en Melilla, acusado de ser el líder de una célula afín al Estado Islámico.
Se trata de Mohamed Said Mohamed, que fue detenido en el barrio de la Cañada el pasado 26 de septiembre de 2014 durante una operación conjunta entre las policías española y marroquí.
En este mismo operativo fueron arrestados otros ocho supuestos miembros de esta red, que según los investigadores tenía vínculos con el autodenominado Estado Islámico (EI) y de cuyos integrantes alguno podría ser un ‘retornado’, es decir, combatientes que se van a territorios en guerra, como Irak o Siria, para prestar servicio al sinsentido del terrorismo yihadista.
Al melillense que se unió a las filas del EI se le acusa de crear una organización con fines terroristas, por lo que la Fiscalía solicita para él diez años de prisión. En caso de no aceptarse esta acusación, pide una pena de nueve años de cárcel por colaboración con grupos yihadistas.
Hechos como éste, o como el atentado que el pasado jueves por la noche que conmocionó a todo el mundo, dejando a más de 84 muertos y muchos heridos, algunos en estado crítico, en la ciudad francesa de Niza, hacen reflexionar sobre las precauciones a tomar ante esta amenaza.
Ya es recordado el hecho de cómo se escapó de los agentes de la autoridad en Bélgica el supuesto autor de la matanza en París en noviembre del año pasado, que se quedará en el imaginario colectivo como el ‘atentado a la sala Bataclán’, donde fueron asesinadas 89 de las 130 personas que perdieron la vida esa noche.
Salah Abdeslam escapó en un primer momento porque la Policía belga no podía realizar registros en viviendas por las noches. Algo que, en el punto en el que nos encontramos, con países como Francia (en estado de emergencia) o la propia España (en nivel de alerta terrorista cuatro sobre cinco), parece absurdo.
Hay que extremar la precaución. Errores como el de la detención de Abdeslam ponen de manifiesto que hay que ser contudentes ante la creciente sucesión de atentados que se vienen sucediendo.
Es importante factor el de no estigmatizar a la población musulmana. Desde asociaciones como la Comunidad Islámica de Melilla repiten que el Islam es una religión que profesa la paz y el entendimiento entre las personas. No hay que perder de vista que más del 80% de las víctimas de este terrorismo profesan dicha religión, puesto que la mayoría de atentados se han producido en países musulmanes.