Este domingo, cientos de melillenses se han volcado con la procesión de La Pollinica. A diferencia de los años prepandemia, cuando nuestra ciudad se quedaba vacía en Semana Santa, Melilla se vio este fin de semana más animada.
Mucha gente no se ha ido como otros años a la península y eso es bueno para la ciudad, el comercio y la hostelería local. Pero también para levantar el ánimo y ver nuestras calles llenas, animadas por las compras de Ramadán en el Rastro y por las procesiones en el centro.
Bien sea por el miedo al coronavirus, porque coincide con el mes sagrado del Ramadán, porque no están los tiempos para gastar dinero... Por muchos motivos la ciudad, para bien, no es la misma de siempre.
En estos tiempos que siempre han sido flojos para la hostelería, en las terrazas se ven familias compartiendo mesa y mantel. Esta Semana Santa está siendo distinta y es un buen momento para reencontrarnos con nuestras raíces y con la cultura de esta tierra.
Es, sin dudas, fantástico que después de 30 años las familias gitanas de Melilla se hayan reunido, coincidiendo con el Viernes de Dolores en una gran verbena para celebrar su día. Es importante reforzar los lazos que nos unen a las entrañas de esta ciudad.
Ésta es una Semana Santa muy especial en la que coinciden varias festividades de las distintas comunidades culturales que conviven en paz y armonía en Melilla. Tenemos el privilegio de vivir el sacrificio del ayuno en Ramadán coincidiendo con la celebración este domingo del Ramnavami hindú y del inicio de las procesiones de Semana Santa.
Eso nos da la medida de la riqueza cultural de una ciudad y que podría darle lecciones de convivencia a medio mundo. Melilla es el espejo en el que deberían mirarse las sociedades multiculturales del futuro.
Hay que reconocer que en el ambiente animado de estos días, pesa mucho la buena noticia de que la apertura de la frontera está a la vuelta de la esquina. La comisión hispano-marroquí que pondrá la fecha de la reapertura de los pasos fronterizos tiene un plazo de tres meses para reunirse y decidirlo. Y esa noticia ha recargado las pilas de muchas familias que llevan dos años soñando con el reencuentro.
Pero también de la hostelería y la construcción, dos sectores vitales para la economía de Melilla que esperan con la reapertura el abaratamiento de las materias primas que necesitan para seguir trabajando y creando empleo.
Corren buenos tiempos para la esperanza en esta Semana de Pasión.
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